Unos cincuenta representantes, la mayoría muy jóvenes, de 76 organizaciones sociales de base, en una operación asaz temeraria, ocuparon el jueves pasado la Sala Pedro León Gallo del edificio del ex Congreso Nacional en Santiago.
En el momento de la ocupación sesionaba la Comisión de Educación, con el ministro Bulnes a la cabeza, estando presente varios parlamentarios de ambos bandos, quienes tenían por misión buscar puntos de acuerdo para tratar de solucionar el problema de la educación.
Tales organizaciones de la sociedad civil se hacen llamar “Democracia para Chile” y lo que pretenden es terminar con la Constitución Política del año 1980 porque fue redactada por funcionarios de la dictadura militar.
También desean instaurar el plebiscito, naturalmente vinculante, para que sean los ciudadanos inscritos en los registros electorales quienes decidan las materias más importantes que dividen a la opinión pública.
Esa acción disruptiva, que duró unas cuantas horas, produjo un enorme efecto comunicacional-mediático, es decir, se cumplieron los propósitos de sus organizadores ya que todo Chile estuvo pendiente de lo que sucedía al interior de esa sala del Senado.
Los manifestantes procedieron con audacia y fueron en extremo vocingleros, sobre todo las más jóvenes que interpelaban con energía a los políticos allí presentes, pero sin llegar a las agresiones de hecho.
Esa operación no estaba dirigida en contra del ministro Bulnes, ni en contra de los parlamentarios de derecha, sino en contra de toda la casta política que se ha adueñado de la estructura del Estado, la que ha amparado la creciente corrupción en todos los sectores de la economía.
Recordemos que los fraudes cometidos por los dueños de las universidades privadas que nacieron al amparo de Pinochet, fueron tolerados por todos los ministros de Educación y si se desea saber más de esos dolos se puede leer
http://ciperchile.cl/2011/08/30/los-gobiernos-toleraron-el-lucro-en-las-universidades-privadas/
Los ministros y parlamentarios del gobierno querían un desalojo violento de la sala ocupada por los manifestantes y por ello el ministro del Interior se comunicó con el presidente del Senado para ofrecerle las eficientes Fuerzas Especiales de Carabineros, ante lo cual el senador Guido Girardi le contestó que él no podía avalar una decisión de ese tipo.
Para distraer la atención, con el fin de culpar a ese senador por lo que estaba sucediendo, el ministro portavoz de gobierno manifestó, ante todos los medios de prensa, que los ecologistas presentes en esa acción eran “sus amigos”.
Girardi, quien rechazó oportunamente la incursión de esos jóvenes vehementes, optó por conversar con ellos para convencerlos de que lo mejor para todos era terminar con la ocupación y los invitó a que se retiraran en paz, lo que finalmente aconteció.
Los dirigentes estudiantiles de la Confech, quienes han puesto en la agenda pública la crisis que se vive en la educación, no avalaron, ni criticaron la acción del grupo “Democracia para Chile” y los más recalcitrantes del sistema político desean censurar al senador Girardi por haber procedido con las armas de la razón.
No quieren que continúe como presidente del Senado: lo consideran blando por resistirse a usar la fuerza bruta.
Los que ejercen el poder ejecutivo, posiblemente recordando sus pasos durante el período 1973-1989 querían un desalojo con bastones, bombas lacrimógenas y hasta con armas de fuego, si éstas fuesen necesarias para erradicar a los bulliciosos que osaron ingresar a la sala Pedro León Gallo.
A partir de este episodio ya se habrán adoptado en el Senado las medidas preventivas para evitar una nueva toma y está claro que Chile estuvo convulsionado por unas cuantas horas el jueves recién pasado.