Desde que entendí a cierta edad que las palabras no eran igual a la verdad, ni a la realidad, se me complicó la realidad y por ende, lo que podía ser verdad.
Si mi psiquiatra Núñez del Carril se entera hoy, me llama y seguro me sube la dosis.
Siempre (lo que uno recuerda del pasado) quise ver un ángel. Sería porque eran mencionados y aparecían en libros del colegio católico.
En las iglesias había reproducciones de ángeles de sexo oculto en esculturas o maniquíes.
No había ni una sola fotografía como los próceres de la historia.
Yo seguía yendo a misa porque lo ordenaban mis educadores y si no ibas, ¡castigo!
Repartían una papeleta en misa y a mostrarla el lunes. Yo seguía preguntando ¿dónde habrá un ángel visible?
Cuando más grande (así se usa decir) me entretuve leyendo y oyendo que habían momios y upelientos.
Estos últimos defendían a la UP. Nunca se dijo que Pe-erres eran Radicales, ni que los bárbaros comunistas eran Pe-cés, ni los Pe-eses eran del Socialismo.
Menos que los liberales se llamaran Pe-eles. Tenía la incógnita de qué partido eran los momios…
¿Eran los masculinos de las momias, ésas envueltas en vendas después del 1,2, 3 en sarcófagos egipcios?
Cuando uno es menor (más chico) escucha las palabras oídas sin definirlas, sólo las asocia como la mortadela y el pan. El ángel con la virtud. El momio un desconocido
Así, creo, aprendí. Nunca había visto un momio, ni un ángel. Eran figuras invisibles.
Mi imaginación terrestre veía, a ojos cerrados, a los momios como sapos gigantes, húmedos, dientes afilados sobresalientes.
Piel color arbusto, contenido burdo de militares, anteojos opacos, con tatuajes obscenos en las nalgas. No había piercings todavía. Si se trata de imaginar, uno puede imaginar cualquier cosa.
Hasta que conocí uno de verdad por televisión, de nombre Labbé.
Los del panel,educados, ante mi olfato, no lo saludaban de señor Momio sino con el apelativo Alcalde.
Fue mi tío en el living, el que lo delató: ¡Ése sí que es Momio! Muy distinto a mis espejismos. Gordo, rotundo, pelo largo, terno ejecutivo, dicción de personaje Coco Legrand sin decir chistes, generaba risa.
En mi definición me pareció uno de aquéllos innombrables de la Dina, socio del Mamo, que conjugaba los tres poderes en uno, ÉL era el ejecutivo, el judicial y el legislativo.
Era el Poder, la Verdad y la Ley. Sin Gloria. Agradezco al canal su rol educativo al mostrar especies en extinción, ahora en jaula aparte en este zoológico nacional.