Los seres nacen, tienen su apogeo, declinan y mueren.
Los conjuntos de seres también.
Plantear hoy el Frente Popular, el Frap o la Unidad Popular es un desatino.
También tratar de “revivir” o “refundar” la Concertación.
La DC y el PS pueden acordar seguir adelante con su Concertación y llevar, incluso, lista con ese nombre en las elecciones municipales. Sacarán un 15 por ciento. Eso si se mantiene el actual padrón electoral y se sigue chuteando la inscripción automática.
Las últimas encuestas indican que la Concertación tiene un respaldo del 17 por ciento y un rechazo de un 71 por ciento.
Esos son “los porfiados hechos”.
Los procesos políticos son obras humanas, tienen sus orígenes, sus momentos de esplendor, su decadencia y su fin. Así es la vida, dice mi nieta.
Pienso que la Concertación vive el período de su decadencia – después de haber encabezado cuatro gobiernos seguidos- y esa constatación de decadencia está en el trasfondo de las últimas reacciones de sus dirigentes.
Después de haber sido la alianza de gobierno desde 1990, recibiendo el respaldo de la mitad del país, cayó al 29 por ciento en las elecciones presidenciales de fines de 2009 y ahora está en lo que está.
Una de las razones de su decadencia está en que cada uno de sus integrantes dejó de ser, hace mucho rato, lo que fue cuando concitó el gran apoyo electoral, cuando representó, en conjunto, las aspiraciones de las capas medias y subalternas de nuestra sociedad.
Por ejemplo, la DC ya no es la fuerza social cristiana que se propuso transformar radicalmente la sociedad capitalista occidental y crear en su reemplazo una sociedad humanista y comunitaria.
No es tampoco la fuerza joven que propone “una revolución en libertad” y lleva adelante una profunda transformación agraria y una chilenización del cobre.
Neurótica tras el triunfo de Allende en 1970, siguió finalmente el camino de la insurrección y del golpe.
Recuperada en los 80 por gente como Gabriel Valdés (ése es el gran mérito de quien partió recién) constituyó, en esta nueva etapa del capitalismo chileno post Pinochet, una alianza con la socialdemocracia chilena (PS-PPD-PR), dio gobierno por veinte años y hoy, decadente, tiene el apoyo de menos de un 10 por ciento del viejo electorado, pocos cuadros intelectuales y una abrumadora minoría en el mundo universitario, del que siempre se nutrió y donde mandó por casi medio siglo.
La Concertación es aún gravitante porque – de acuerdo a una representación que hoy se ve añeja y al sistema electoral imperante- posee el 50 por ciento de las bancas del Senado y el 45 por ciento de las de la Cámara de Diputados, hasta el año 2013.
La proposición aperturista del PPD ¿significa que en las elecciones parlamentarias de 2013, si se mantiene el sistema binominal, su Concertación se abrirá a llevar sólo uno de los dos candidatos al Congreso, por distrito y circunscripción, entregándole el otro al movimiento social? ¡Esa sería una refundación de la actual oposición!
¿Así es la cosa?
La proposición del PPD ¿significa que la Concertación, incluida la DC, aprueba constituir una nueva alianza con toda la izquierda, incluido el Partido Comunista?
¿No será mejor, para la ciudadanía, que quienes encabezan y representan legítimamente al movimiento social de hoy lleven adelante las reformas enarboladas, y no lo hagan quienes “hacen suyo” repentinamente ese programa y se mantienen allí en el poder como si “estar en el poder” tenga alguna causa divina?
¿Está de acuerdo el actual movimiento social con establecer una alianza con la actual Concertación?
¿Se le preguntó a Jackson?
¿Se le preguntó a Camila Vallejo?
¿O es sólo un volador de luces de septiembre?
La alternativa progresista de hoy es la de fortalecer el movimiento social desatado dotándolo de una acabada propuesta política, y colocar en alto -para ser definidas por la ciudadanía- las banderas de cambio levantadas: la reforma tributaria, la renacionalización del cobre, el progreso con respeto al medio ambiente y una nueva Constitución que reconozca no sólo los derechos a la educación sino los de la salud (que incluye el poder respirar), la previsión y el trabajo.