Se respira un cierto aire de desgobierno, o al menos eso pareciera indicar las decisiones desacertadas y declaraciones desafortunadas de diversos representantes del ejecutivo, pero lo cierto es que hoy más que nunca resulta urgente replantearse la continuidad de la República Binominal.
La ciudadanía no siente que sus representantes canalicen las demandas, por ello la desconfianza, por ejemplo, del movimiento estudiantil hacia la denominada clase política, y por ello también la incapacidad de la clase política de poder acercarse, -sin ser abucheada-, a quienes se manifiestan y protestan por el cambio.
Se ha abierto el debate sobre la necesidad de un plebiscito; sin embargo más allá de la necesidad de incorporar directamente a la ciudadanía a las decisiones sobre cómo conducir un Estado, el tema de fondo es la nula capacidad de acceso a las instituciones de quienes hoy claman por más justicia social.
Lo que se demanda, en definitiva, es una revisión sobre los aspectos procedimentales de nuestra democracia.
Hoy se podrá proclamar que se vayan todos, pero lo cierto es que por más que se vayan, siempre vuelven, y lo harán viciosamente si no se transforma el sistema democrático en un sistema efectivamente inclusivo de todos los intereses, inquietudes y necesidades que una sociedad se plantea.
La salida democrática de este conflicto social, que producto de la inoperancia gubernamental y la perplejidad de la clase política pareciera solo escalar es precisamente plantearse la forma del asunto.
No es posible que quienes pretenden representar a la ciudadanía lo hagan a través de un sistema que tiende engañar las fuerzas políticas que conducen el Estado, por ello se hace más que necesario establecer las garantías procedimentales que puedan incorporar de manera legitimada a los distintos grupos de interés que se manifiestan en una sociedad democrática.
Si establecemos un sistema de elecciones que represente realmente los intereses diversos, entonces los ciudadanos serán más libres de elegir a aquellos que estén a favor del lucro en la educación o no lo estén, podrán de manera transparente tener la información y la elección de determinar si quienes los representan están a favor del cambio del modelo económico social o no.
Si Piñera quiere salir de este conflicto social deberá tomar una visión estadista y no gerencial, deberá transformarse en un Presidente con verdadera visión democrática y no autoritaria, en definitiva deberá comenzar a plantear como tema país la derogación de un sistema binominal, reformar la ley de partidos políticos, mejorar la transparencia de la entrega de fondos en las campañas electorales y establecer normas que quieten facultades excesivas al jefe de gobierno y de Estado.
Así se podrá dar paso a que quienes estén sentados en un congreso empoderado (no limitado como hoy), representen efectivamente los diversos intereses que en una sociedad democrática legítimamente se manifiestan.
¿Dará este “Presidente” el ancho para dar inicio a estos cambios?