No hay duda que las movilizaciones que comenzaron con las demandas de los estudiantes y gradualmente fueron incorporando propuestas largamente silenciadas, olvidadas o simplemente rechazadas por los dos más importantes bloques políticos, ha colocado al país en una encrucijada cuya resolución deberá marcar la diferencia entre el reencuentro del mundo político con el mundo social, o irremediablemente nos conducirá a una confrontación cada vez más intensa que afectará al conjunto de la sociedad chilena, particularmente a los más pobres.
Atendida esa disyuntiva, no es el momento para que actores políticos y sociales se den gustos de ninguna naturaleza y exige acciones responsables y generosas que nos lleven a resolver los nudos institucionales que nos afectan.
Es por ello que resultan lamentables las declaraciones del Presidente de Renovación Nacional al calificar de “inútiles y subversivos” a algunos y del Presidente del Colegio de Profesores al descalificar al Ministro del Interior en razón de su origen judío y de su opción religiosa.
Sin embargo, en este estado de confrontación y falta de diálogo, no puedo sino reconocer y respaldar la acción emprendida por los líderes de mi partido, la Democracia Cristiana, de abrir un espacio nuevo de diálogo sobre las reformas políticas que el país demanda.
Creo que la DC ha dado un paso importante en un momento particularmente difícil para la clase política chilena y abre un nuevo espacio para la negociación política, sin dejar de plantear sus aspiraciones más sentidas en materia de reformas institucionales: cambio del sistema electoral binominal, voto de chilenos en el extranjero, reformas constitucionales en materia educacional, entre otras.
La lógica Demócrata Cristiana no busca más que ser un aporte a la construcción de puentes de entendimiento y al derribamiento de los muros que gradualmente se han levantado por la impericia de un Gobierno al que le ha costado entender los mensajes enviados por los ciudadanos o simplemente por privilegiar la defensa de intereses corporativos de determinados sectores de nuestra economía.
Con el mismo espíritu, la Concertación ha dado su acuerdo para resolver el entrampamiento del proyecto de ley sobre extensión del postnatal a seis meses con lo que estamos en presencia de dos señales claras de voluntad de entendimiento por sobre la confrontación que nos agobia.
Este es el momento de la grandeza y la generosidad en política: los ciudadanos están observando nuestra actitud y nos juzgarán tanto por la consistencia de nuestras convicciones, como por nuestra capacidad para acercar posiciones y avanzar en un escenario político, social y económico nacional y mundial particularmente complejo.