Los días están intensos en Santiago de Chile y por primera vez en muchos años cada cual está mostrando su rostro, tal cual es.
Hasta hace un poco tiempo atrás, la idea de ser gobernados por la derecha parecía diluirse en las sutilezas. La gente hablaba en las calles sobre la continuidad y el gobierno ocupaba cómodamente ese disfraz.
Pero el país se despertó, las gentes del país despertaron y sin temor, porque son la generación que nació sin miedo, se tomaron las calles, las esquina, los carteles, el metro, las ventanas y las radios, los canales de televisión y hasta las cacerolas.
Y tanta bulla de la gente se oyó, que la derecha se mostró.
Tal cual es, tal cual ha sido, como si el tiempo no hubiese pasado, la derecha comenzó a usar su lenguaje propio para tratar a la gente e interpretar la historia.
Santiago está intenso, tan intenso que cuesta seguirlo.
Los archivos del Cardenal, han levantado la ira, los homosexuales empoderados han levantado la voz, y los estudiantes valientes se atreven a todo.
Y los partidos políticos, se han quedado mudos, perplejos miran como si se tratara de una escena en televisión. Ya no son capaces de liderar los cambios, y con suerte lograrán ponerse a la fila de la marcha.
Así está Santiago, con la derecha a la derecha, la oposición al otro lado de la vereda y entre medio por la ancha alameda, la gente.
No es fácil imaginar la salida a esta intensidad, donde están en jaque los más básicos sentidos de la representatividad, donde siete de cada diez no se siente representado por el gobierno, ni por la oposición.
No es fácil imaginar la salida del conflicto, donde una dirigente estudiantil es capaz de dar una demostración de poder convocando a un caceroleo y el gobierno responde a oídos sordos intentando dar una demostración de poder, sin poder. Porque el poder solo se obtiene con la representatividad.
No es fácil imaginar la salida política, cuando el gobierno gobierna sin poder y los partidos políticos no logran liderar la visión del futuro.
Así todo, intenso, violento, impetuoso, Santiago es hoy más amable, más real y sobre todo mas vivo.
Hoy los estudiantes nos están dando una gran lección, y porque son la generación que nació sin miedo, hoy se atreven a poner en jaque todo, más allá de los partidos, más allá de las estructuras, porque entienden que la democracia no es a medias tintas.