Javier Etcheberry, ex ministro del MOP de Ricardo Lagos, suegro de Andrés Iacobelli, ex sub secretario de Vivienda y Urbanismo de Sebastián Piñera, públicamente salió en su defensa con ocasión de la defenestración como funcionario público de este último.
El primero manifestó que su pariente es un individuo lleno de virtudes y que, tanto el gobierno como la Contraloría General de la República se han equivocado, primero por haberle pedido la renuncia al cargo y segundo por haber iniciado un sumario administrativo respecto de una operación comercial irregular con unos terrenos localizados en la comuna de Puente Alto.
Incluso un diario de circulación nacional postuló la teoría conspirativa de que la desgracia que está padeciendo Iacobelli es consecuencia de las represalias de aquellos funcionarios del Serviu Metropolitano que urdieron el artificio para entregarle 35 millones de dólares a la empresa constructora Kodama por unos presuntos perjuicios económicos asociados a obras viales necesarias para el Transantiago.
Según ese diario, Iacobelli detectó la trampa y le pidió a la ministra Magdalena Matte que no cursara el vale vista correspondiente, decisión que impidió el fraude al fisco, en donde estaban involucrados varios funcionarios de ese Serviu, hoy despedidos, los que, siguiendo con la confabulación, habrían dado pistas para involucrar a Iacobelli en el asunto del terreno de sus parientes.
En todo caso, el hecho concreto es que el Ministerio Público está investigado la razón por la cual la esposa de Iacobelli,pidió a una secretaria del Minvu, que depende de su marido, que se agilizara el pago del Serviu por el terreno que su abuelo está vendiendo, no sabemos si al anterior o una constructora privada, para que allí se construyan viviendas sociales.
En este luctuoso episodio ha intervenido la Egis de la Cámara Chilena de la Construcción para agilizar los subsidios habitacionales, entidad parasitaria de la anterior que hasta ahora se ha mantenido en un silencio sepulcral, a pesar de que, por un lado, se habla de un precio de venta del terreno de 800 millones de pesos y por otro lado aparece un precio de 1.500 millones de pesos.
Es decir, hay una interesante diferencia en las platas que el fiscal Morales tendrá que llegar a una conclusión: o es un error o es una estafa.
También hemos sabido que quien le pidió a la Contraloría la indagación de este asunto, no fue el propio Iacobelli, como él mismo lo aseguraba, lo que fue ratificado por Javier Etcheberry, su suegro, sino por el ministro, Rodrigo Pérez Mackenna.
El ente fiscalizador entregará el resultado de la investigación en los próximos días y con la lectura de ese informe se sabrá más de estos inverosímiles negocios.
Con el propósito de configurar y por lo tanto, conocer bien la operación comercial de marras, enviamos el siguiente correo electrónico a la funcionaria municipal de Puente Alto que tiene que ver con los trámites administrativos de terreno.
Su texto es el siguiente :
“Arq. Mª Teresa Derpich
Jefa de Edificación
Municipalidad de Puente Alto.
Presente
Acorde a lo conversado y en la certeza de que en su municipio no existe el secreto en materias de interés publico, le formulo 5 preguntas sobre el terreno de la familia Araos que se está vendiendo, a través de la EGIS de la Cámara Chilena de la Construcción, a una constructora que edificará allí viviendas sociales, episodio que la prensa está cubriendo por la renuncia a su cargo de Sub Secretario de Vivienda y Urbanismo de Andrés Iacobelli.
1) Superficie del terreno en metros cuadrados aproximados
2) Lugar en donde se localiza, señalando las vías que lo circundan
3) Uso de suelo del terreno
4) Normas de edificación vigentes
5) Copia del Certificado de Informaciones Previas, otorgado al comprador del terreno, ya sea el Serviu o la constructora privada.
Agradece su pronta respuesta”
Con la respuesta que recibiremos, por parte de la Municipalidad de Puente Alto, podremos sacar más conclusiones acerca de esta triangulación mercantil, sobre todo en lo que dice relación al precio del m2 del terreno para viviendas sociales, porque en función de nuestro quehacer, conocemos el precio máximo que se puede pagar por ellos.