Definitivamente el Gobierno de la Alianza no aprende de sus errores y no pierde ocasión de equivocarse y ahondar la crisis en la que se encuentra.
A la larga lista de improvisaciones y errores no forzados en la gestión política, se suma la evidente escasez de cuadros que la derecha presenta, lo que lo ha llevado a recurrir, una y otra vez a los mismos de siempre para intentar salir de la crisis referida, reeditando el juego de las sillitas musicales que hasta hace poco le criticaba, con particular dureza, a los gobiernos de la Concertación.
No resulta raro que en este escenario, gran parte de Chile se esté preguntando donde están hoy los más de tres mil jóvenes talentosos y llenos de energía que nutrieron la discusión de los grupos Tantauco durante la época de la campaña presidencial.
Los más desconfiados se preguntarán si estos de verdad existieron o eran solo un montaje, especialmente diseñado para intentar mostrar una capacidad de gobierno que, en realidad, no tenían.
Independiente de estas preguntas sin respuesta, comienzan a quedar atrás los días en que la derecha derrochaba arrogancia, amenazando con sepultar a la concertación con un gobierno caracterizado por la eficiencia y la eficacia, realizando en un año más de lo que la concertación había hecho en veinte.
La realidad ha dicho otra cosa y en lo único que la derecha ha cumplido su amenaza, ha sido en las equivocaciones y en la caída en las encuestas: ha cometido más errores y ha bajado en las encuestas en un año, tanto o más de lo que la Concertación, en veinte.
Ahora, la crisis de gobernabilidad en la que se ha metido voluntariamente y que ya ha puesto en entredicho el respeto y la valoración que la derecha tiene por la voluntad popular en el Congreso Nacional, comienza a impactar a los gobiernos locales que mantienen bajo su dirección.
El último de sus más brutales desaciertos aún no se consuma, pero amenaza con convertirse rápidamente en otro chascarro del gobierno.
Pretendiendo matar dos pájaros de un tiro, optaron por llenar una de las vacantes que ha generado la crisis del gobierno en el nivel central con Sol Letelier, Alcaldesa (UDI) que fuera implantada en la comuna, desde Lo Barnechea, para retener la municipalidad de Recoleta luego de que uno de los suyos, Gonzalo Cornejo, la hundiera en una de sus peores crisis debido a las irregularidades detectadas por contraloría en el caso GMA, lo que dio paso a una investigación que lo sacó de la carrera por la reelección, a la que aspiraba.
Una vez que la investigación terminó sin poder acreditar la comisión de delito, Gonzalo Cornejo se dispuso a recuperar lo que considera propio, tensionando de tal manera a la UDI que la obligó a buscar una salida digna para Sol Letelier.
Resulta indispensable recordar que desde su llegada al gobierno comunal, la alcaldesa fue sometida a un permanente hostigamiento de parte de los concejales de su partido y de los funcionarios de confianza de Cornejo que permanecieron en la municipalidad, haciéndole la vida imposible, para impedir sus normales aspiraciones a la reelección y sacarla del camino para pavimentar el regreso del “Cornejo de la Suerte”, si era posible, o para dejar libre la llegada a la alcaldía a su delfín, Marcelo Teuber.
Resulta patético la actitud del gobierno de la Alianza por el Cambio que ante la crisis evidente del gobierno central y del comunal, no ha dudado un segundo en desarmar a este último, dejando en el abandono a todos los habitantes de Recoleta y muy especialmente a quienes, depositaron una vez más su confianza en la UDI, dándole la oportunidad de enmendar el rumbo después de los escándalos de GMA.
Resulta preocupante además porque esta acción constituye un claro ardid de la UDI y de la Alianza por Chile, para pavimentar el regreso al gobierno comunal, a quienes de manera completamente irresponsable e inmoral, generaron una de las mayores crisis de gobernabilidad que la comuna haya conocido en su corta existencia y sembraron el odio y la discordia entre las y los Recoletanos, lo que pone de manifiesto que para algunos, los gobiernos comunales del mundo popular son solamente un trampolín para hacer carrera política o para sacar provecho personal, sin que medie compromiso alguno con los habitantes de la comuna.
La jugada sin embargo no está asegurada ya que los concejales de la oposición han decidido bloquear la salida de Sol Letelier para impedir, o al menos dificultar el Plan de la UDI, dejando al descubierto y anulando la única posibilidad de una salida digna para la Alcaldesa, que tendrá que seguir lidiando con sus principales detractores y enemigos, los concejales de su propio partido.
En este escenario resulta indispensable una revisión completa de como el ejecutivo puede cooptar cuadros en funciones a la hora de sortear una crisis y la forma de reemplazo de los cargos de elección popular que el actual ordenamiento jurídico establece para los distintos niveles de gobierno, ya que ampara un desprecio absoluto por la voluntad popular y permite que los mismos que se ríen de los electores y los abandonan, definan sin consultarles, quienes deben hacerse cargo de sus destinos.