Durante las últimas semanas el país estuvo informado que venía un cambio de Gabinete, luego de los resultados de las Encuestas–Cerc y Adimark que evidenciaron la pérdida de respaldo del Gobierno, y especialmente del Presidente de la República, quien llegó a los niveles más bajos desde el retorno de la Democracia.
La desconfianza de los chilenos en el desempeño del Gobierno y el no cumplimiento de las promesas de campaña del candidato Piñera, se expresaron a la par de las movilizaciones de la ciudadanía, particularmente de los estudiantes, quienes lograron socializar sus demandas movilizando a lo largo del país a más de 200.000 chilenos.
El mensaje fue claro y contundente. Así lo entendieron todos.Había que hacer cambios con urgencia, señalaron en Palacio, retomar el “rumbo del gobierno”, volver a imponer la “agenda de los siete compromisos”.
La recién retornada senadora Lily Pérez no dudo en sentenciar, “el Presidente debe hacer el cambio de Gabinete antes de que se conozca la Encuesta del CEP, sería deshonroso para los Ministros que salieran ser vinculados a los resultados (malos) de la Encuesta…”
Los cambios debían producirse en el núcleo del Gobierno: Ministerio del Interior; Secretaria de la Presidencia y de Gobierno, además de los Ministerios Sectoriales enfrentados a los principales conflictos sociales. Así lo expresaron los dirigentes de los Partidos Oficialistas, especialmente la UDI.
Toda la semana anterior se especuló sobre el momento del cambio de gabinete. Se llegó a afirmar que lo haría luego del Partido de Chile con Venezuela, en que se daba por seguro el paso a la semi-final. Pasaría “piolita”, entre la euforia de la celebración. Sin dudas el Presidente tenía claro que “cambios” realizaría.
Todo salió mal. Chile perdió y se volvió a escuchar en muchos el clamor por el retorno de Bielsa… en ese ambiente el Presidente Piñera cerró el domingo.
Hemos conocido el cambio de Gabinete y sin dudas este ha sido más bien una rotación de Ministros en el Gabinete. Digamos con más propiedad, una rotación de ministros y senadores. Salen Von Baer y Fontaine e ingresan Chadwick y Longueira y en el último minuto, según hemos sabido, se le solicitó al Intendente Echeverría asumir la cartera de Energía, la que muchos de los consultados no aceptaron.
En sus palabras el Presidente de la República reflejó con nitidez las principales falencias que motivaron el cambio: “Nuestras instituciones, nuestros liderazgos, están siendo puestos a prueba por una ciudadanía que está más empoderada, que exige mayores niveles de participación y, por sobre todo, mayores niveles de igualdad…, para enfrentar estos nuevos desafíos, con toda la fuerza y la voluntad que ellos requieren, he resuelto hacer cambios en el gabinete que me acompaña en mi calidad de Presidente de la República”.
Y en el mandato entregado al Ministro Chadwick, señaló quien llevaría la conducción política, le encargó la misión de “conducir y coordinar las comunicaciones y el diálogo de nuestro Gobierno con la sociedad civil, con el Parlamento y los partidos políticos, y también el diálogo al interior de nuestro propio Gobierno”. Así quedo claro el limitado rol que seguirá jugando el Ministro del Interior, el mismo que ha desempeñado hasta ahora, “escudero del Presidente”.
El tiempo se agota.
La situación que viven miles de chilenos afectados por el terremoto, especialmente de las Regiones VI, VII y VIII, a quienes se prometió solución en tiempo razonable y que viven horas de angustia, casi en las mismas condiciones de los primeros meses, requieren respuesta urgente del gobierno y de los ministerios sectoriales.
La situación de las demandas de los estudiantes, cuya paralización y tomas de establecimientos ya superan las tres semanas, requiere de una urgente solución por parte del gobierno y del ministro de educación. Los proyectos que están en el Congreso, post natal incluido, requieren de una acción decidida del gobierno para alcanzar los acuerdos necesarios con la oposición.
Esta rotación de ministros que ha realizado el Presidente debe asumir con sentido de urgencia estas demandas y responder a los ciudadanos, el tiempo apremia, los problemas se acumulan y deben ser resueltos por el Gobierno.
Mientras esperamos los resultados de la encuestas del CEP, que ratificará, sin dudas, lo que los chilenos ya han sentenciado: esta primera etapa ha sido de mal gobierno.