Escribo mi reflexión ante el encaje de artículos.Entre los buenos ha sido el de R.P. Fernando Montes que valoro por ser uno exclusivo: desarrolla conceptos académicos. Su fácil lectura permite la comprensión que da qué pensar entre nosotros. Es mi intención disentir porque tiene un precio, valor que ustedes transan bien.
Mi interés empieza en el uso de la palabra lucro versus la que prefiero: renta.
Creo que todo trabajo merece una renta. Lucro -a mi entender- es algo harto mayor, una ganancia a veces inaudita, un provecho de algo con aumento de la riqueza de una persona.
No aplico juicio moral a esta segunda acepción.
El R. P. Montes citó propuesta de RAE que no determina conductas, apenas define y siempre muy tarde, lejos de la dinámica del lenguaje. Un profesor que trabaja, como todos nosotros, percibe una renta además controlada por el SII y no lucra.
El costo de arriendo del edificio por una Universidad Privada (UP) es insumo provisto por los mismos dueños de la UP. Transformada en empresa trabaja con ganancias optimizadas disminuyendo gastos y el SII los ha aceptado sin regularla.
La dinámica del lucro se inicia desde el bolsillo de los padres de los alumnos que contribuyen con un enorme porcentaje (56% en Chile contra 11% en los EE.UU.) a los ingresos de una UP.
Esto es lucro que debiera regularse y por otra parte aumentar el minoritario aporte del Estado hecho sin conciencia alguna que para alcanzar el desarrollo el país requiere del conocimiento.
Éste ¿dónde se genera? -en las universidades. El Estado, subsidiario de la Educación, acostumbró a los profesores a rentas bajas y hasta hoy día se despreocupa de la Ciencia.
La expectativa es terminar que el origen de barrio y colegio determine la vida a miles.
La oportuna creatividad puede enmendar lo que hemos aceptado como país de consumidores que expresamos nuestro pensamiento, deseosos de liberar a los menos fuertes de la opresión autoritaria que hoy está por encima, no arriba, del cuerpo académico.