Escuché en la Radio Cooperativa las declaraciones de la diputada María José Hoffmann, que es además presidenta de la Comisión de Educación de la Cámara.
Finaliza sosteniendo: “Hoy día la diferencia entre una universidad pública y una privada, la única diferencia es que unas reciben un ‘turro’ de recursos del Estado y la otra no recibe recursos del Estado”.
Realmente me sorprende la liviandad e ignorancia de estas declaraciones.
Primero que nada pareciera que ella no conoce que en el actual sistema de financiamiento de la educación superior, hay universidades privadas sin fines de lucro, que al combinar objetivos privados y de bien público, y además por su aporte en investigación y creación, reciben aporte estatal. Estas son las pertenecientes al CRUCH.
Me gustaría aclarar que son las universidades estatales las que por más de un siglo han liderado la formación de profesionales para este país.
En el campo de la salud, al que pertenezco, un gran porcentaje de la docencia de las universidades privadas descansa en profesionales egresados de universidades tradicionales.
En relación específicamente a las universidades estatales su diversidad, el desarrollo de investigación y creación libre orientación al bien común por sobre intereses económicos o particulares (apoyando tareas de interés nacional ó regional), su democracia dentro de la institución, son todas condiciones que, por mandato, deben cumplir.
Para poder hacerlo, es que las universidades estatales necesitan estabilidad en su financiamiento, y que éste sea independiente del lucro ó intereses particulares. Este es el costo de ir por el bien de una sociedad en conjunto, y dar la educación como un derecho, y no como un beneficio ni menos un producto.
El pluralismo es un valor. Sólo él garantiza que los ciudadanos podamos contrastar otras ideas con las propias y ser realmente autónomos. Y es en el seno de universidades laicas y estatales, que esto se hace posible.
No por nada se explica la masiva presencia de la Universidad de Chile, y todas sus Escuelas, en la marcha. Sumarnos a estudiantes secundarios, y juntar 200000 personas, no es violento, es masivo. No es ideológico, es consenso.
Y al hacerlo, esperamos aportar a un debate, que hoy se ha hecho ineludible. Pero para hacerlo, necesitamos más seriedad, especialmente de las autoridades que tienen que ver con la Educación.