El Ministro de Educación ha anunciado el adelanto de las vacaciones de invierno para más de doscientos establecimientos educacionales de la Región Metropolitana de Santiago que se encuentran en paro y, algunos o muchos de ellos, tomados por sus estudiantes.
Esta medida, aparentemente sensata desde el punto de vista del calendario escolar y en relación al destino de los recursos financieros, en realidad demuestra otras cuestiones de mayor importancia.
La primera de ellas es la magnitud y profundidad del movimiento que se ha desarrollado entre los estudiantes secundarios.
Llama profundamente la atención que sean más de doscientos establecimientos los que son forzados a iniciar las vacaciones antes de tiempo. Bueno sería saber cuántos son los establecimientos municipales que tienen enseñanza media.
Así también, la medida, refleja el fracaso de las iniciativas que ha impulsado el Ministerio de Educación para quebrar el movimiento de los estudiantes.
Hace pocos días se anunciaba que una veintena de establecimientos recibiría a los estudiantes de los colegios tomados y liceos en paro para que aquellos que quisieran ir a clase lo pudieran hacer. Si ahora se decreta las vacaciones quiere decir que dicha opción no fue acogida por muchos, si algunos, estudiantes.
Lo anterior muestra también que los padres y apoderados de los jóvenes movilizados están con ellos y no con las autoridades ministeriales, de no ser así la medida no habría sido necesaria y los desalojos hubieran sido efectivos en su momento.
La profundidad del movimiento se observa también en la extensión del mismo en el país y en el casi nulo efecto del anuncio de extensión del año escolar hasta el mes de enero.
Todo esto nos muestra una situación compleja que, posiblemente, anuncia un nuevo escenario en la educación.
Es cierto que los problemas se arrastran desde antes que el actual gobierno, pero lo que el actual escenario muestra es que ya no se puede esperar soluciones menores ante problemas mayores. Y los problemas mayores se relacionan hoy con los recursos necesarios para mejorar la calidad de la educación.
Después de años en que la economía ha crecido, en que el Estado se ha ajustado para ser un pilar y no un costo del crecimiento de la riqueza del país, y en que se ha expandido la cobertura de la educación, la sociedad no quiere esperar a que el mercado haga la tarea, que nunca ha hecho ni va a hacer, de “rebalsar” hacia los que menos tienen.
Más aún cuando se ve la expansión de la riqueza a la par con el aumento de las desigualdades.
El gobierno actual no sacará nada con culpar a los anteriores.
Lo que los jóvenes y sus familias quieren es soluciones, más recursos que aseguren calidad y oportunidades, y no discusiones retóricas.
Adelantar las vacaciones escolares es un vacío gesto de administración.
No resuelve nada, crea dificultades en muchas familias que no esperaban esta medida y no detiene las movilizaciones.