Don José se agacha a recoger la leña y entra con ella a la casa. Vive en Peñalolén y ha debido salir al frío de la madrugada para buscar una nueva carga para la cocina a leña, que ha reavivado para calentar el desayuno.
La noche anterior tuvo una discusión con su mujer, que escuchó en la tele que el cuarenta por ciento de la contaminación de Santiago era producido por el uso de leña como combustible.
-Si fuera así no venderían estas cocinas en ese gigantesco local que está frente al aeródromo- respondió él.
- Viejo, a ellos solo les preocupa vender, los responsables de usarlas somos nosotros. Y la contaminación está matando a la Charito – le había contestado la mujer.
- No me venga con esas. Los males respiratorios de la nieta son culpa de las empresas, de los camiones y de los autos. Nuestra cocina no tiene nada que ver- respondió él con total seguridad.
- Bueno, allá tú con tus ideas, pero en la tele dicen otra cosa- había replicado ella.
- Mujer, la leña es el combustible del pobre. El precio del gas y de la parafina demuestra que no son para nosotros. Deje que los ricos tengan restricciones para sus autos, total ellos pueden comprar otro.