Las malas prácticas usadas en La Polar, son producto de la falta de regulación evidente existente en el mercado de tarjetas de crédito de todo tipo, bancarias y de casas comerciales, la permisividad respecto a la norma de cobro sobre la tasa máxima convencional y la ilimitada y desregulada suma de cobros adicionales sin control alguno que en particular el retail aplica a una deuda morosa.
Dos ejemplos personales: en Enero de este año pagué con tarjeta de crédito un cuenta de una automotriz, a cuatro meses se me aplicó una tasa del 4.15% mensual, con un IPC del orden del 0.5% mensual esta es una tasa escandalosa: Emisor: Santander, Mastercard.
Segundo ejemplo propio: hace un par de años acudí a pagar una deuda de la tarjeta CMR de Falabella de mi hijo, que estaba fuera de Chile; pues bien en ocho meses la deuda subió de $12.000 originales a $50.000 por intereses, comisiones, recargos y otros pitos y flautas. Otro exceso.
De acuerdo a la ley las empresas pueden cobrar una tasa anual cercana al 50%, pero no sólo eso, además pueden incluir comisiones y cargos de cobranza y otros recargos sin que el afectado tenga el más mínimo derecho a apelación.
Si consideramos que los créditos hipotecarios están en alrededor de UF más 4 anual la tasa anterior significa que un deuda de consumo puede gravarse con una tasa de UF más 45 ¿que tal?
El sistema es francamente perverso, los mejores incentivos están dados para aprobarle a cada persona un monto que no diga relación alguna con su capacidad de pago; además el mejor negocio está en pagar con tarjeta en cuotas y si la persona se atrasa, entonces como al Sr. Alcalde le daremos un premio por tan importantes y crecientes utilidades: él es un Winner.
Hay dos caminos para salir al paso de esta vergonzosa mala práctica de nuestro mercado crediticio: una es la administrativa, vía superintendencias de Valores y de Bancos se puede actuar para incorporar en el corto plazo, medidas destinadas a impedir o inhibir estas prácticas. Es cuestión de voluntad política hacerlo ya.
La segunda, es la iniciativa parlamentaria donde sí se justificaría que el Ejecutivo enviara o patrocinara una iniciativa legal y además le pusiera un grado de urgencia, cuestión a la que ha sido tan adicto para temas menos candentes que éste.
De nada servirá invitar al ministro de Hacienda a la Cámara de Diputados para que explique la situación, si ello no se acompaña de un conjunto de medidas que pongan a resguardo no sólo a los clientes de La Polar sino que a todos los consumidores que usan estos medios de pago.
Lo que esperamos no pase, es que el mal ejemplo de La Polar sea visto como una situación acotada a “esa” empresa y producto de malas prácticas de “esos” ejecutivos porque lamentablemente no es así.