Factores políticos, técnicos e históricos influyen fuertemente en las dinámicas de la pobreza en Latinoamérica. Hay diferencias en los niveles de ingreso, en la composición de la población, en los grados de escolaridad, en el grado de conflictividad social, en las normas de convivencia y en otros múltiples aspectos, pero hay también temas comunes.
Uno clave es el de los arreglos institucionales, que aparece todo el tiempo como un obstáculo. Básicamente, porque los temas del desarrollo son responsabilidad compartida de distintos ministerios, Economía, Agricultura o Desarrollo Social, entre otros, lo que dificulta la coordinación, la eficiencia y eficacia de las políticas.
La distinción entre lo político y lo técnico es sutil en estas materias, en especial al momento de proponer soluciones para contrarrestar la pobreza. Si bien estas propuestas deben contener fuertes sustentos técnicos, es finalmente una decisión política la que alienta y orienta a los equipos técnicos intersectoriales.
Es desde la política donde se establecen las directrices que guían los caminos de lucha contra los factores que inciden en las múltiples carencias de la población.
Debiera ser también la política el lugar para coordinar esfuerzos y derribar prejuicios o mitos en torno a las múltiples variables que generan pobreza o que impiden salir de ella.
Nuestras políticas públicas están plagadas de ejemplos de dificultades para un trabajo intersectorial que permita una mirada integral de los distintos factores que configuran la pobreza. Un error recurrente es mirar todo sectorialmente y suponer, por ejemplo, que la deserción escolar -que intentan combatir los ministerios de educación-, no se relaciona con las reiteradas enfermedades que aquejan a los niños de una familia que vive en condiciones de pobreza; probablemente más expuesta a ambientes contaminados y con dificultades para acceder a controles médicos periódicos en los primeros años de vida. Es evidente que estos hechos sí están muy relacionados.
Es en este contexto que Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, está implementando el proyecto “Conocimiento y Cambio en Pobreza Rural y Desarrollo” en cuatro países de América Latina -México, El Salvador, Colombia y Ecuador- con apoyo financiero del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC, Canadá).
Mediante el trabajo de los denominados “Grupos de Diálogo Rural” presentes en cada uno de los cuatro países, que congregan a la más variada gama de actores involucrados en las temáticas de pobreza rural y desarrollo, el proyecto busca aportar con propuestas concretas para que los respectivos gobiernos impulsen políticas públicas que mejoren la calidad de vida de quienes viven en pobreza rural.
En América Latina, lamentablemente, hemos visto muchas veces que la lucha contra la pobreza ha tomado ribetes de confrontación entre sectores. Por ello queremos aportar con el trabajo hacia propuestas basadas en el diálogo.
Queremos avanzar en la generación de una verdadera cultura de diálogo sobre materias que entendemos prioritarias, pero que son, sin duda, de muy difícil solución y donde caben múltiples respuestas y alternativas, tanto técnicas como políticas.