La contaminación atmosférica es un problema urgente de resolver para nuestro país.
Para enfrentar el desafío debemos reducir el material particulado emitido en forma decidida. Los resultados han sido alentadores. Desde el año 89 hemos logrado reducir desde 69ug/m3 las concentraciones anuales de PM2.5 a los niveles más bajos históricos de 25ug/m3 ocurridos el año 2010 (en Santiago).
Sin embargo si queremos llegar a cumplir la norma de Estados Unidos estaremos hablando de tener que reducir en 40% nuestros niveles actuales, y para cumplir la recomendación OMS deberíamos llegar a reducir en 60%.
En ciudades como Temuco concentraciones anuales en torno a los 42ug/m3 anuales de PM2.5 el desafío es mayor aún. Es un desafío que nos deberá hacer plantear algo fundamental; cómo nos calefaccionamos sin ahogarnos, ya que en ciudades como Temuco, Coyhaique, Valdivia, Chillán, Rancagua, Los Ángeles, el aporte leña es importante.
Incluso en Santiago representa 49% del PM de invierno. Para lograr cumplir estas metas (que evitarían miles de muertes prematuras anuales, y millones de enfermedades respiratorias) necesitamos primero que todo reconocer el problema (publicando datos de mediciones de calidad de aire para fines de prevención).
Lo segundo se logra con tomar la vía rápida de descontaminación. Hacer todo lo posible que cumpla cierto criterio de costo efectividad. En ese sentido hemos estado lentos. Los planes de descontaminación se demoran demasiado en aprobar, y cuando lo son se retiran artículos que impiden avanzar. Por ejemplo el 2009 en el Plan de Descontaminación de Santiago se permitió eximir a la industria de tener que reducir sus emisiones de NOx.
También se retiraron importantes normativas a la leña, incluyendo categorizaciones que apuntaron a que para tener estufa a leña, estas deberían tener estándares mínimos, y que las que no las cumplieran deberían dejar de funcionar el año 2012. De eso sólo quedó algo más reducido, sujeto a una ley sobre estufas a leña que descansa en el Congreso hace dos años.
Pero el tema de contaminación atmosférica no es solo problema de gobierno. No tenemos porqué esperar que se nos obligue a hacer algo.
Cómo nos calefaccionamos o transportamos en Santiago tiene efectos en la contaminación atmosférica.
- Si tenemos los recursos debemos usar la calefacción más limpia a nuestro alcance.
- Si tenemos transporte público deberíamos tomarlo.
- Si vemos a nuestros vecinos no acatando restricciones ambientales debemos conversar con ellos.
- Me duele que gente con stickers de Patagonia Sin Represas hayan sido sorprendidos circulando en restricción vehicular.
El aire limpio es tarea de todos.
Debemos exigir las mejores medidas para descontaminar nuestras ciudades hoy. Será nuestro momento más lindo, cuando podamos ofrecerles a nuestros hijos el mejor aire para respirar.
Una economía saludable requiere un aire saludable. Y en contaminación atmosférica no vea la paja en el ojo ajeno, cuando tiene leña en su casa.