En los últimos días los diversos medios de información nos han contado que se ha avanzado en la investigación de las muertes del ex presidente Frei Montalva y del ex ministro José Tohá. Aunque los casos no están cerrados, los antecedentes conocidos indican que los jueces tienen muy fundadas razones para sostener que en esos casos hubo intervención de terceros, homicidas, con sus cómplices y encubridores, todos ya identificados.
Si a estos episodios agregamos los casos resueltos con resultado de asesinato de Orlando Letelier y del General Carlos Prats, todos en el rango de magnicidios, por el status relevante de las víctimas, parece razonable que algunas personas se pregunten si acaso en las muertes de Salvador Allende y Pablo Neruda, no habría ocurrido también la participación de aquellos que tomaban el poder por la fuerza y que justificaban tales acciones con la frase más brutal, vulgar y ordinaria dicha por el General Pinochet al Almirante Carvajal: “si se mata la perra se acaba la leva”.
Y así parecen haber procedido, nuestras Fuerzas Armadas y de Orden entendiendo la tan conspicua orden.
Traigo a colación estos asuntos porque hace algún tiempo en el programa de TV de entrevistas y comentarios, Tolerancia Cero, ví y escuché decir a un convincente y honesto político de derechas, el Senador Pablo Longueira, que de todos los crímenes y desapariciones y de todas las otras formas de violaciones a los derechos humanos, NO se había enterado. “Créanme, les juro que yo no sabía que esas cosas estaban ocurriendo” les dijo a los muy informados y potentes miembros del programa. Fue tan convincente en su declaración, que sus anfitriones se quedaron callados y le creyeron, como yo, también.
Ha pasado algún tiempo del episodio que he comentado. Sigo creyendo que Pablo Longueira es el político de derechas más inteligente de ese sector. Maneja tiempos y énfasis en los momentos más oportunos para sus objetivos; tiene una capacidad intelectual para captar procesos y fenómenos de la sociedad que tendrán efectos políticos como ninguna otra persona (incluyendo a los de todos los colores del espectro político); sus pausas y silencios son tan elocuentes como sus dichos; es el único en su sector que ha entendido la contradicción entre la superficial forma de ser y de pensar de Piñera, con la profundidad teológica del pensamiento de su inspirador y de la Udi, Jaime Guzmán. Hasta el momento no sabe cómo esa contradicción se va a resolver.
Pero lo que quiero plantear, es que me parece interesante desafiar la tan potente inteligencia política de Longueira, para que nos diga ahora, que por cierto, ya está enterado de los crímenes del régimen de su General Pinochet, cual es su conclusión.
Porque si se sigue refugiando en su condición de imberbe, la verdad es que lo dejo de admirar.