En tira de prensa “Mafalda”, el historietista Quino abordaba la insuficiente lucha contra la pobreza de las autoridades de esa época, con un amargo chiste. Era el personaje de “Susanita”, la frívola amiga de la protagonista, quien ante la perturbadora presencia de un indigente pidiendo limosnas, proponía la siguiente solución: “Para derrotar a la pobreza sólo bastaría con esconder a los pobres”.
Esa engañosa visión corre el riesgo de mantener su vigencia, si cometemos el error de simplificar su superación, gracias al aumento de ingresos por familia a través de bonos y suplementos sociales y que vienen con un apellido moralista o de justicia urgente: Ingreso Ético Familiar.
¿Por qué creo que el Instrumento es insuficiente y no califica para ético? Vamos punto por punto.
En primer lugar, una de sus graves fallas es que constituye, -tal como está planteado- sólo un maquillaje para los pobres. Gracias a esta asignación monetaria quienes obtienen ingresos mensuales menores a 32 mil pesos, saldrán automáticamente de la clasificación “indigencia” o “extrema pobreza” y pasarán al grupo de los que han logrado superarse. Sin embargo, y producto de este mejoramiento, subirán sus puntos en la Ficha de Protección Social y por consiguiente, no serán objeto de nuevos bonos o suplementos, aunque su situación familiar no haya cambiado gracias a un trabajo estable, capacitación o acceso a la educación. Esto es, un círculo vicioso de difícil salida.
En segundo lugar, el Proyecto actual dista de los 250 mil pesos promedio para una familia de cinco personas que prometió el Presidente Sebastián Piñera en su discurso del 21 de mayo del 2010. Hoy, con suerte una familia podría llegar a percibir 150 mil si pertenecen a las 130 mil familias cuya Ficha de Protección social no supera los 4.213 puntos. Esto es, 100 mil pesos menos de lo garantizado hace un año, para un grupo menor a las expectativas generadas por el discurso. La insuficiencia
En tercer lugar, porque esta política del Gobierno de Sebastián Piñera, y que nació como respuesta (más bien crítica) a los programas sociales de las administraciones de la Concertación, especialmente la de la Presidenta Michelle Bachelet, no es otra cosa que un Chile Solidario remozado, que incluso beneficia a menos familias que las consideradas en esa iniciativa. Sin embargo, no existe por el momento una reforma destinada a la mejora de las remuneraciones y calidad del empleo, acceso igualitario a la educación superior de calidad, entre otras cuestiones que determinan que una familia progrese, se inserte y sea capaz de auto sustentarse.
Finalmente, quisiera plantear lo siguiente: un Ingreso Ético Familiar que se genera dentro de una política social -supuestamente también ética- necesariamente debe considerar a la pobreza y su superación, como un problema multidimensional y no como un tramo de ingreso determinado del cual se sale o se entra mediante estipendios monetarios, y que no es otra cosa que esconder a los pobres entregándole un maquillaje insuficiente para salir de su situación.
Por esta razón, debemos considerar tres variables igualmente conocidas como ignoradas. a) Reforma Laboral, porque no existe mejor política social para un país que la del trabajo de calidad y protegido. b) Reforma Tributaria: Tenemos una deuda pendiente cuando existe diferencias de hasta 26 veces entre los que están el primer decil y el último. c) Un estado que proporcione mecanismos institucionales, jurídicos y económicos para prevenir abusos económicos, resguardar el esfuerzo de las personas, y garantizar un patrimonio mínimo como vivienda digna, educación de calidad, salud y seguridad social.
Si no hacemos un esfuerzo real, gastando menos en convencer que hay ética, donde sólo hay un remozamiento de programas anteriores, nos desviaremos por el engañoso camino de “Susanita” y su afán por esconder para no ver.