Este 21 de Mayo me encantaría escuchar al Presidente de la República, Sebastián Piñera, anunciar un giro real y decisivo: que el poder central comenzará a relajar sus tenazas para que los gobiernos locales puedan sacudirse la inercia y tomar las riendas del desarrollo de sus comunidades, lógicamente con los fondos, atribuciones y responsabilidades necesarias.
No tengo duda respecto del compromiso del Mandatario para con los gobiernos locales, y por ningún motivo pretendería objetar los grandes temas que serán los ejes de su mensaje presidencial.
Lo que me preocupa es la sostenida ausencia de la modernización municipal en la agenda pública, en circunstancias de que debería estar ya realizándose y no de a pequeños pasos, como suelen hacerse algunas cosas, sino dando un salto valiente hacia la descentralización, desburocratización y desconcentración que todos sabemos es indispensable.
Durante años, los alcaldes hemos debido asumir tareas impuestas por el gobierno central —algunas muy razonables, por cierto— pero sin los fondos necesarios como para poder mantenerlas vigorosas por mucho tiempo. Han crecido las obligaciones y no los presupuestos.
Muchos municipios pequeños no han podido modernizar sus equipos de trabajo porque la actual legislación impone trabas, lo cual atenta contra una gestión moderna y eficiente.
En Providencia llevamos más de cinco años trabajando según el Modelo de Gestión de Excelencia, con el cual hemos avanzado enormemente en la calidad integral de nuestros servicios, y constantemente invitamos otros municipios a subirse a este tren.
Hemos traído expertos mundiales en temas de calidad y todos han coincidido en que los recursos no son una limitante para hacer bien las cosas.
Es cierto, nosotros también estamos convencidos que no son una limitante, pero qué bien les haría a los municipios —sobre todo aquellos que viven luchando contra la corriente para hacer bien las cosas— recibir el respaldo del Gobierno, esto es, que comience al menos el diálogo formal para dotar a los gobiernos locales de las herramientas necesarias para cumplir a cabalidad con su misión.
El empeño del Presidente por incorporar Chile al desarrollo pasa por esta democratización radical que es entregar a los ciudadanos las facultades para que puedan potenciar su entorno más inmediato, o sea sus comunas, a través de sus municipios: es decir, tendremos un país desarrollado si primero tenemos el poder central adecuadamente repartido en los gobiernos locales, para que así, trabajando todos por hacer fructificar ese poder recibido, se logre verdadero bienestar en todos los rincones de nuestra geografía y para todos nuestros compatriotas.