No se trata de mirar las cosas a la ligera o mediáticamente. Cuando se trata de analizar el desempeño del gobierno y lo que podrá ser la Cuenta Pública que entregue el Presidente de la República el 21 de mayo, hay que poner las cosas como son, objetivamente, sobre la mesa.
Primero hay que decir que este gobierno no ha logrado imprimir un sello propio, una impronta que sintetice qué es lo que aspira a concretar y realizar, cuál será su legado, más allá de frases pomposas que suela usar Sebastián Piñera.
Sus propios partidarios afirman que falla el relato del gobierno, que no se logra afinar un proyecto de manera transparente y nadie logra definir cuál es, en efecto, el sello identificador de la administración piñerista.
Eso obedece a dos cosas. Primero, que lo que pudo ser su impronta, “la nueva forma de gobernar”, se vino a pique. Segundo, que lo prometido en cuanto a proyectos no se está cumpliendo a cabalidad y presenta confusiones y dificultades.
En cuanto a lo primero, se grafica en aquel “gabinete técnico y de excelencia” como ejemplo de esa nueva modalidad de gobierno, lo cual duró unos cuantos meses, debiendo Piñera optar por un “gabinete político”, metiendo a dos senadores y figuras emblemáticas de la derecha dura.
Luego, las obligadas y presionadas renuncias –exigidas inclusive desde su propio sector político- de la Intendenta del Bíobío y de la Ministra de Vivienda, más varios casos de funcionarios menores, por irregularidades, engaños y sobrepagos al sector privado, pusieron también en jaque la supuesta nueva fórmula de administrar el país. En un año, tres personeros de gobierno de Piñera han estado a las puertas de acusaciones constitucionales.
En cuanto a lo segundo –y esto tiene todo que ver con la agenda laboral-, el gobierno encara una situación en que proyectos como el posnatal, la eliminación del 7% por concepto de salud a los pensionados, el MultiRut, entre otros, se presentan con una letra chica en que queda demostrado que los contenidos no responden a lo que se prometió ni a lo que se anunció con grandes titulares.
Todos esos proyectos presentan debilidades, limitaciones, omisiones, gradualidades, que no permiten que respondan a las demandas y necesidades de las mujeres trabajadoras, de los jubilados y de los trabajadores en general.
Es cierto lo que dice la administración piñerista en el lenguaje mediático: los proyectos están presentados o en desarrollo. Pero no entra al fondo, al contenido de esos textos, que es, en definitiva, lo que define si las cosas se hacen bien o se hacen mal. Los proyectos laborales y sociales no pueden ser un saludo a la bandera o una simple meta para adornar el discurso del 21 de mayo.
Por lo demás, el gobierno de Piñera no responde y posiblemente no responderá a demandas de los trabajadores como legislar en materia de negociación colectiva y sindicalización automática.
Hay un aspecto que no debe escapar al balance. El carácter represivo que comienza a tomar esta administración. Cada día llama más la atención, nacional e internacionalmente (es cosa de revisar la prensa interna y externa), las hostilidades y agresiones de fuerzas policiales en contra de ciudadanas y ciudadanos que se manifiestan pacífica y ordenadamente. En este gobierno se está imponiendo no la doctrina de la persuasión, sino de la represión.
A tanto llegan las cosas, que una jueza dejó en libertad a decenas de jóvenes y adultos detenidos en la concentración en contra del proyecto HidroAysén, porque determinó que sus apresamientos fueron ilegales. Lo que ocurrió es que fueron agredidos por Carabineros estando esos ciudadanos en el lugar asignado para la manifestación, sin provocar desorden.
Hace un año un carabinero golpeó a un fotógrafo de una agencia informativa española, provocándole una seria lesión en un ojo; hace unas semanas se repite exactamente el mismo hecho, ahora quedando herida una estudiante. No es coincidencia, se está atacando con intencionalidad criminal.
Por último, nadie duda en este país que están pendientes una serie de soluciones y respuestas a miles de damnificados por el terremoto del 27 de febrero del 2010, sobre todo en comunas del sur del país, que pasarán un crudo invierno sin tener aun viviendas, ni servicios básicos como agua potable y luz. A ello hay que agregar las fallas en reparaciones de escuelas y centros de salud y el desempleo que afecta a trabajadores de esas zonas.
Como en otros ámbitos, el gobierno tiene un plan de promesas en el tema de reconstrucción, pero los atrasos y falta de respuestas son evidentes.
Es probable, como están las cosas, que la noticia el 21 de mayo sea la gran manifestación de miles de estudiantes, trabajadores, medioambientalistas, mujeres, profesores y ciudadanos que reclamarán por las medidas privatizadoras y anti populares, y el discurso de Piñera quede empequeñecido y disminuido, pese a sus esfuerzos mediáticos.-