La aprobación del proyecto HidroAysén por parte del Consejo de Evaluación Ambiental de la XI Región es un desastre. La Patagonia se encuentra gravemente amenazada por diversos proyectos energéticos y productivos que podrían destruir su carácter virgen y natural. A las centrales hidroeléctricas que se pretende implementar en la XI región se agrega un proyecto carbonífero y la intensiva explotación acuícola que se desarrollaría en los canales australes.
Sabemos las consecuencias que la salmonicultura ha generado en Puerto Montt, Chiloé y Aysén, tanto en el plano ambiental, en que se ha probado grave contaminación de los fondos marinos, sino también en lo social, laboral y económico.
Del mismo modo, la Mina Invierno de Minera Isla Riesco, a través de la emisión de material particulado, tanto en faenas extractivas como portuarias – por cierto, presentadas a evaluación de impacto en forma separada – arriesga la flora y fauna de la Reserva Nacional Alacalufes y pone el peligro el recientemente inaugurado Parque Marino Francisco Coloane.
La imparcialidad y transparencia de los estudios ambientales de estas iniciativas resulta cuestionable. Existe una feroz intervención del Ejecutivo para concretar su ejecución.
Cuando iniciativas privadas aparecen en las propias propuestas de desarrollo del actual Gobierno para la región, como es el caso de la explotación de carbón y la salmonicultura, es bien escaso el margen que se deja para los análisis técnicos.
A ello se agregan los vínculos que el Presidente de la República, Sebastián Piñera, tiene en la materia cuando en su declaración de patrimonio acredita participación accionaria en COPEC, uno de los grupos impulsores de Mina Invierno; en tanto altos personeros gubernamentales, como el titular de Interior, Rodrigo Hinzpeter, han hecho públicos llamados de apoyo a favor del proyecto HidroAysén.
La comunidad nacional y regional debe informarse y expresar su rechazo a estas iniciativas que afectarán severamente y de un modo irreversible nuestro patrimonio ambiental y estético.
Nos hemos acostumbrado a contar con una naturaleza pura, lo que constituye un factor de identidad y atractivo de Aysén y Magallanes y eso podemos perderlo en unos pocos años por la irresponsabilidad y afán de lucro desmedido de unos pocos.
Sería muy triste que la historia recuerde este episodio como la epopeya de un grupo de filántropos extranjeros que junto a algunos visionarios locales hizo lo posible por evitar esta tragedia, mientras 16 millones vieron impávidos como se les privaba de lo único que los diferenciaba en el mundo.