En los últimos años hemos visto cómo se ha debilitado el exitoso modelo de televisión pública implementado desde la década de los noventa. Parte de esta crisis se explica por los cambios que ha debido enfrentar la industria frente a la aparición de otras plataformas mediáticas, a una distribución distinta de la inversión publicitaria y a la propia incapacidad por mantener programaciones atractivas acordes a las transformaciones culturales de la sociedad.
La crisis de TVN se ve agravada por el despido que ayer sufrieron más de 20 profesionales de sus redes regionales, trabajadores algunos con más de veinte años de fuerte vinculación regional.
Las redes regionales de TVN desde el año 1990 se han transformado en uno de los pilares fundamentales que justifican la existencia de una televisión pública al servicio de una diversidad nacional.
Justo hoy cuando vemos una programación cada vez más homogeneizante dependiente de la inversión publicitaria, los espacios locales resaltando la rica diversidad regional de nuestro país, aparecen como un oasis de televisión pública frente al atropellador pantallazo de los programas envasados, de las series extranjeras o del festín farandulero.
La iniciativa implementada con el retorno de la democracia de establecer canales regionales en casi todas las capitales regionales, obedecía a un proyecto en que la televisión púbica se instalaba en las regiones para representar en sus pantallas la diversidad de un país distinto en que la identidad a recuperar no sólo fuera la de un Chile ahogado por su propio centralismo, sino refrescado por el viento del norte y del sur que entraría por esta ventana que se abría desde las regiones tanto para ellas mismas como para el país entero que podía ver y verse en una pantalla de televisión.
El despido de estos 20 profesionales sin duda debilita aún más una ya debilitada red regional que ha sido víctima de una pésima gestión realizada estos años como también del extravío del modelo de televisión pública que quizás fue bueno para los noventa pero inadecuado para los tiempos que corren
¿Necesitamos todavía una televisión pública que compita por el rating? ¿No será mejor transparentar la realidad y asumir que debemos exigir calidad y diversidad a un canal del Estado que privilegie precisamente lo que el mercado no da aunque sea sacrificando las grandes audiencias?
Lo que está claro es que TVN no puede seguir cediendo terreno donde precisamente debe ser fuerte, es decir en su derrotero de televisión pública, autónoma, plural, diversa y, sobre todo, descentralizada.