Marco Porcio Catón (el Viejo), fue conocido como “El Censor”, por su defensa de las tradiciones romanas y del latín en los tiempos de Roma, “censurando” las costumbres “libertinas” que provenían del mundo griego.
Esto es, para señalar que el oficio de censor, arrastra una profunda dignidad y tradición republicana, especialmente en los medios masivos.
Porque el censor, censura, es decir, impone por su calidad y poder de tal, correcciones, supresiones, reprobaciones, y cambios de algo, debido a su condición de no ser correcto o bueno.
Obviamente, requiere haber definido anteriormente que es lo bueno y correcto, junto a las formas y métodos para obtenerlos, que también deben ser concordantes con esas definiciones anteriores y fundamentales.
Y en el caso de un canal privado abierto de TV, que entretiene buscando la belleza, informa buscando la verdad, y que por ser parte de la cultura, de alguna manera siempre educa y forma, esta pregunta es triple, y está amplificada por el enorme poder comunicacional económico que ostenta.
¿Que es lo bueno para el negocio en sí, para las personas que trabajan allí, y para las personas y sociedad que son su público y “colaboradores”, con los que se busca hoy un “valor compartido”?
Es en la búsqueda armónica y consistente de este fin, donde nacen la “pautas editoriales”, regulando y ¿censurando?, formas y contenidos para cautelar el bien originario humanizador, personal y común, sin violentar los derechos basados en la libertad, dignidad y privacidad fundamental de cualquier persona.
(Debiera aclararse, que al igual que en los colegios, donde existe un “curriculum explícito” y otro “implícito”, aquí también existen pautas editoriales, que representan a los dueños, explícitas y otras “implícitas”, de contenidos, a veces, fuertemente ideológicos, políticos, económicos y religiosos).
Derivado de lo anterior, creo, que además, un canal no puede renunciar a su tarea de conciencia reflexiva y crítica, levantando la voz frente a las injusticias de cualquier tipo, lo que finalmente garantiza frente a la sociedad, su autonomía frente a los grupos de poder fácticos.
Por eso, propongo humildemente a “El censor”, y los censores las siguientes propuestas:
-Censurar todo lo que tenga “cámaras ocultas”, salvo por indicación legal.
-Eliminar todos los “realitys” y programas, que no contemplen todo lo anterior.
-Eliminar toda la publicidad que no respete los puntos anteriores, y que engañosamente, (como eran las “cajitas felices”), ensalce cualquier condición de humanidad, (como la de ser madre), ligándola a un mensaje de consumismo, ¡por repugnante!, (más aun, si la oferta termina en .999, por ofender la inteligencia de los tele –especta- consumidores).
Fomentar los programas de investigación y denuncia crítica.
Y como homenaje al estímulo de la “creatividad creativa” de los creativos chilenos, eliminar todo lo que huela a “copy- paste program”.
¡Larga vida a los “censores”!