El Comité de Ministros encabezado por el ministro del Medio Ambiente, Pablo Badenier, e integrado por los titulares de las carteras de Energía, Minería, Economía, Salud y Agricultura ratificó la Resolución de Calificación Ambiental (RCA), del proyecto hidroeléctrico Cuervo, emplazado en la Región de Aysén, proyecto que fue objeto de once reclamaciones presentadas por organizaciones ciudadanas. Frente a esta emblemática resolución, cabe preguntarse ¿cuál es el rol de las comunidades en la toma de decisión? ¿Cómo asegurar la participación de la ciudadanía en las decisiones que afectan su territorio?
La Hoja de Ruta de Energía 2050 decretada recientemente por la Presidenta Bachelet plantea que se debe transitar en la relación con las comunidades desde una lógica de compensaciones –que es la que se ha utilizado históricamente- hacia formas de insertar las iniciativas energéticas en el concepto de desarrollo local con procesos participativos robustos, acceso a información de forma oportuna y actores locales fuertes.
Sin embargo, las declaraciones a medios de comunicación de los dirigentes regionales plantean necesidades en éste ámbito que al parecer no han sido cubiertas. Critican que éste y otros proyectos sean aprobados cuando aún se está debatiendo la ‘Política Energética Regional’, lo que para ellos es contradictorio y dejaría en letra muerta las mesas de diálogo con autoridades y representantes del sector empresarial.
Según anuncios del mismo ministerio de Energía, recién en abril de este año se entregará el diagnóstico que dará una imagen más clara de las condiciones del territorio y las necesidades de Aysén en materia energética. A mediados de 2017 se prevé se dará a conocer la política energética para esa región, así como para Magallanes. También se hará una encuesta en la región durante febrero y marzo para recabar antecedentes de las opiniones y las necesidades que tiene la zona.
En este contexto, cobran mayor relevancia las palabras de la presidenta Bachelet en su Hoja de Ruta, cuando señalaba que para el desarrollo exitoso del sector se debía contar con la validación social y técnica requerida. No basta con realizar mesas y vincular a los distintos actores involucrados si estos procesos quedan solo en opiniones. La legitimidad de las propuestas es posible solo a través de la real participación y, por consiguiente, en la aceptación de lo que se propone.
Se hace evidente la necesidad de contar con herramientas de planificación territorial realmente vinculantes, donde el diálogo finalice en procesos de incidencia en las políticas públicas por las que fueron creados.
El impacto de las grandes obras hidráulicas las convierte en un asunto de controversia en materia de desarrollo sustentable. El gran dilema es cómo superar la confrontación y encontrar modos de mitigar los impactos adversos de las represas sobre las poblaciones y los ecosistemas involucrados en los proyectos.
El fin que debe alcanzar un proyecto es obtener un beneficio de modo sustentable, social y ambientalmente equitativa, además de económicamente viable. ¿Estamos frente a un proyecto con éstas características? Un abastecimiento seguro y confiable de energía es clave para el desarrollo económico y social del país.
Debemos ser capaces de generar estrategias productivas más inclusivas, que potencien los recursos naturales como ejes dinamizadores del desarrollo, mirados desde y hacia las condiciones particulares de cada territorio, más aún de zonas extremas del país, como lo es Aysén.
Para Rimisp ésta es una temática que resulta de interés por el modo en que el capital natural y los servicios ecosistémicos influyen en las dinámicas territoriales en áreas rurales. Entendemos que el desarrollo sólo es factible si se logra compatibilizar los diversos aspectos económicos, ambientales, sociales y culturales, en los distintos niveles nacional, regional y local. ¿Cómo?
Es difícil llegar a una Política Energética que permita confluir y equiparar los intereses regionales con aquellos relacionados con temas nacionales, con los intereses de la protección de áreas naturales y con las necesidades del sector energético nacional. Difícil pero no imposible.
Es fundamental utilizar herramientas de análisis de variables desde el territorio, que consideren de manera integrada las aristas institucionales, sociales y económicas, con una perspectiva de mediano y largo plazo, e incluyendo desafíos de crecimiento, sostenibilidad e inclusión en el área energética.