Recientemente leímos en un diario de circulación nacional que la torre de 300 metros de altura del polémico megaproyecto Costanera Center se inaugurará en julio próximo siempre y cuando las autoridades centrales y locales acepten la solicitud formulada en enero pasado por el inversionista Horst Paulmann, dueño del conglomerado Cencosud, en orden a que las medidas de mitigación establecidas en el Estudio de Impacto sobre el Sistema de Transporte Urbano (EISTU) para su etapa III se lleven a cabo por “sub etapas” (sic).Entendemos que en pedir no hay engaño y veremos que dicen esas autoridades competentes.
Este mega negocio inmobiliario se localiza en un paño de 4 hectáreas entre el canal San Carlos, la Avenida Andrés Bello, la calle Nueva Los Leones y la calle Vitacura, comuna de Providencia, colindando con la comuna de Las Condes y su impactante volumen se debe a unas especialísimas condiciones de edificación fijadas para ese predio en 1984, plena dictadura, en un acomodaticio Plan Seccional elaborado por el ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) de la época para los dueños de la Compañía de Cervecerías Unidas (CCU). Estas dadivosas normas todavía se mantienen vigentes en el respectivo Plan Regulador Comunal (PRC) de Providencia.
Pues bien, para que se inaugure el coloso, el más alto de Sudamérica según consignan los medios nacionales, será necesario que el Director de Obras de la Municipalidad de Providencia otorgue la correspondiente recepción final y al respecto recordemos que las faenas de este megaproyecto se iniciaron con una enorme parafernalia mediática en marzo de 2006 sin que existiera un permiso de edificación válido.
Es más, un año después, en marzo de 2007, ese creativo funcionario municipal cursó un permiso de edificación que resultó viciado, por lo cual la Contraloría General de la República, atendiendo una denuncia de la Fundación Defendamos la Ciudad, sancionó a los tres arquitectos municipales que intervinieron en el proceso administrativo.
Recordemos que la ley de Urbanismo y Construcciones es clarísima respecto al inicio de las faenas de todo proyecto inmobiliario: si no hay permiso, lisa y llanamente no pueden comenzar las obras.
Y es más, también esa ley ordena que para otorgarse un permiso para un proyecto que consulte un EISTU, si no está aprobado este estudio vial, tal acto administrativo municipal no se puede cursar: el EISTU fue aprobado por el Seremi de Transportes a fines del 2009.
Asimismo la Resolución de Calificación Ambiental (RCA), que correspondía a una simple “Declaración”, expedida alegremente por la ex Corema de la región metropolitana, fue aprobada extemporáneamente, violándose por la tanto la Ley Ambiental porque, conforme lo establecido en su artículo 8º, el inicio de obras solo se permite cuando existe esa RCA.
Ahora bien, al empresario top en Latinoamérica se le metió en la cabeza que su torre de oficinas tenía que elevarse hasta los 300 metros porque quería tener en Chile, país en donde inició su grandeza económica, un récord de altura y para conseguir ese objetivo el Director de Obras, nos imaginamos que con el acuerdo verbal del ex alcalde Cristián Labbé, consintió en buscar una interpretación leguleya para dejar contento a tan importante creador de riqueza.
En efecto, en lugar de aplicarse la rasante desde el eje de la Avenida Andrés Bello, como lo ordena el marco regulatorio urbanístico, el astuto Director de Obras calculó esa inclinación desplazándose hacia el río Mapocho hasta un punto determinado para que el ángulo le permitiera llegar a los forzosos 300 metros. Y así, con esta imaginativa solución, Cencosud tiene la encumbrada torre que codiciaba su amable y ocurrente dueño.
Con ocasión de los dimes y diretes, por la necesaria Reforma Tributaria, el diputado (PS) Fidel Espinoza denunció públicamente que el Jumbo de Costanera Center paga miserables $ 8.000 por su patente comercial, a pesar de que ahí se transan millones de dólares al mes. En este fantasmagórico escenario de injusticia Paulmann no es culpable porque él paga lo que le cobran, pero sí traemos a colación un par de situaciones dignas de análisis que le ocurren a quienes les sobra la plata.
1.- Desde hace años Cencosud le arrendó una significativa fracción del amplio terreno que ocupa el Saint George´s College, institución católica de enseñanza, donde estudiaron mis dos hijos, porque allí en la Av. Américo Vespucio Norte 5.400, comuna de Vitacura, previo cambio de uso de suelo, deseaba construir un inmenso mall con otros equipamientos. Por ciertas razones el proyecto todavía no se inicia y a pesar de ello Cencosud le paga rigurosamente el canon de arrendamiento a dicho colegio.
Desconocemos el monto, pero tomándo en cuenta la superficie del terreno, la suma mensual comprometida debería bordear los 30 millones de pesos o posiblemente más.En todo caso el colegio, por la función que desempeña, está exento de pagar contribuciones de bienes raíces, lo que significa que el predio de Paulmann que se escindirá, tampoco está afecto a esa tributación.
2.- Hace unos 8 años Cencosud le compró a un particular un terreno de dos hectáreas en un sector de moda de la comuna de Vitacura, exactamente en la acera norte de la Av. Kennedy, a la altura del 9.000, frente de su lujoso mall Alto Las Condes y por motivos enigmáticos el sitio lo mantiene eriazo ocupando una de sus partes como estacionamiento de automóviles. Suponemos que esa empresa del retail debe pagar a la Tesorería General de la República unas contribuciones de bienes raíces por un monto aproximado a los 75 millones de pesos trimestrales.
En ambos casos la empresa desembolsaría una suma mensual del orden de los 55 millones de pesos, 100 mil dólares, cantidad que va a un saco roto porque esos terrenos están inutilizados desde hace tiempo. Paulmann sabe lo que hace con sus cuantiosos capitales y no es nuestro ánimo criticarlo porque todavía no levanta las construcciones en esos dos sitios.
Solamente resaltamos que cuando los grandes empresarios tienen mucha plata se puede dar el lujo de malgastar esas significativas sumas de dinero y cuando deciden empezar sus construcciones, lo hacen como ellos lo desean y por este motivo Costanera Center es un ícono de irregularidades, teniéndose en cuenta que en esta ocasión, para no cansar a los lectores, no hemos dicho todo lo que sabemos que es menos de lo que conoce el Minvu.