El agua es un ente vivo y de vital importancia para todas las formas de vida en nuestro planeta. Mientras el balance de agua siempre es el mismo, este cambia de expresión en diferentes espacios de la Tierra.La crisis del agua tiene una expresión en el espacio y el tiempo.Donde esta agua desaparece, también desaparece la vida en sus múltiples expresiones.
Chile está al borde de una gran crisis de agua y no se está haciendo lo necesario para evitarla. Todos sabemos que mientras más profunda sea la crisis más violentas deberán ser las soluciones. Evitemos la violencia.
Hace más de una semana me llamaron de mi casa en el sur para decirme que se acabó el agua. No corría más agua de la vertiente que sustenta no solamente la casa sino la pequeña agricultura de secano. Aun no llega el agua. Al parecer, por este verano ya se acabó.Aún no pierdo la esperanza que la vertiente vuelva a beneficiarnos con ese gran privilegio que es la vida que acompaña cada gota de agua.
Esta escasez del agua tiene un costo económico, humano, social y espiritual inmenso.¿Cuántas personas en nuestro país están sufriendo estos costos, o más?
¿Qué vamos a hacer como país? ¿Cuándo vamos a actuar como un colectivo que está decidido a resolver este gravísimo problema, que además se manifiesta a través de la desertificación, la erosión de suelos frágiles, y tantos otros fenómenos ecológicos?
El cambio climático está aquí, ahora, y está dispuesto a quedarse con nosotros.
¿Acaso estamos esperando una crisis profunda que se manifieste en conflictos de toda naturaleza entre nosotros para hacer algo radical y definitivo? La mayor parte de los conflictos bélicos en el mundo están motivados por la escasez de recursos naturales y principalmente por el agua.
¿Por qué no hablamos de esto, de la cantidad y de la calidad de nuestras aguas? Así como queremos una nueva constitución para Chile, el agua representa la esencia de la constitución que abraza a la ley natural.
En Chile, estos recursos se contaminan por las aguas servidas, residuos industriales y mineros (terrestres, líquidos, sin previos tratamientos, descargas de tipo agrícola y forestal), constituyendo una gran amenaza a nuestra salud y bienestar.
Ya se siente que el valor del agua es mucho mayor que el del petróleo. En mi opinión, la próxima gran crisis mundial y de nuestro país será la crisis del agua. Lo más paradojal de nuestra crisis es que se menciona que Chile posee la segunda reserva de agua dulce más grande del mundo. De allí la importancia capital de tener una política eficaz de agua a todo nivel.El agua es un recurso natural escaso y clave para el sustento de nuestra competitividad económica y social.
Tanto la minería, industria y agricultura dependen del agua. Pero más importante aún es la dependencia que tienen nuestras familias, barrios y ciudades del agua.
La solución sustentable a esta crisis de agua va mucho más allá de un debate economicista o legal del agua, entendiendo cabalmente que los aspectos económicos y legales del agua son importantes.
La crisis que hoy vemos en Chile podría haber sido evitada si tuviésemos una verdadera política nacional de aguas con la participación de todos los sectores de actividad económica y social. Una política clara dentro de un consenso ciudadano.
No podemos decir que el único factor responsable de nuestra crisis de agua es el cambio climático. Al culpar al “cambio climático” como la fuente de la crisis del agua, estamos diciendo simplemente que “nadie es responsable”. Pensar que “la naturaleza” es a quien tenemos que culpar sería, en mi opinión, irresponsable. Esta postura no posee ni la sabiduría que necesitamos para resolver este gran desafío, ni representa un mensaje operacional para atacar un problema que va a agudizarse cada vez más.
Necesitamos un nuevo compromiso político ciudadano. Confrontar y resolver esta crisis demanda un cambio profundo.
• De mentalidad económica y social (naturaleza del recurso, asignación en usos alternativos, asignación de su valor y uso actual del agua).
• De gobernancia institucional y organizacional (derechos de propiedad y administración).
• De estilos de vida (ahorro y no desperdicio de agua).
En su última expresión, resolver esta crisis demanda un aumento significativo de nuestra consciencia individual y colectiva.Pero, ¿estamos dispuestos a cambiar?
La mayoría de los problemas que observamos tienen su raíz en el sistema de propiedad (derechos) y la soberanía económica y de sustentabilidad del agua.En este sentido, he dicho que el agua es de todos los chilenos y que ella es un bien público estratégico.
El primero demanda de un cambio constitucional de fundamental importancia para que el agua y todos nuestros recursos naturales sean de todos los chilenos.Hoy, somos espectadores y eso tiene que cambiar.
El segundo demanda entender al agua como bien público; pero sabemos que el Estado ha privatizado el agua y esto tiene que ser evaluado y cuestionado detalladamente.
En mi opinión, el agua debería estar en manos del Estado y ella no debe ser ni definida ni administrada como un bien privado.
El agua es un bien escaso y por tanto tiene un valor.¿Cómo definimos ese valor? ¿Qué objetivos están detrás de esa definición de valor? Como un bien público escaso la valoración del agua tiene que tomar en cuenta las dimensiones de equidad y sustentabilidad.
En este sentido es importante decir que no es posible que la industria utilice y contamine el agua sin pagar el verdadero valor de esta agua y que no es aceptable que proporcionalmente una familia pobre pague más por litro de agua consumido que una empresa. Esto debe cambiar.
El Costo Medioambiental. Hay que pagar por el costo de la descontaminación del agua. En este caso parece esencial que usemos el principio sustentable de: “el que contamina paga”.Esta debería ser nuestra filosofía, y no hacer pagar el costo de descontaminación a los que no la contaminaron.
El Costo Social. La contaminación del agua es fuente de grandes inequidades e injusticias, y responsable de docenas de enfermedades que aquejan fundamentalmente a las familias pobres. No puede ser que este bien público escaso esté siendo administrado y valorado como un bien privado, maximizando el lucro de un grupo económico.
El Costo de Integración. En particular, el problema del agua que nace de cualquier cuenca hidrográfica no se debe tan sólo a las lluvias tropicales frutos del cambio climático, sino a la forma como tratamos a nuestras montañas, incluyendo la sobre-explotación de los bosques, la falta de reforestación y protección de las cuencas hidrográficas, la urbanización no planificada, etc.
El Estado es responsable de esto. El Estado es el que decide, licita y asigna los derechos de agua. Las actividades económicas en general y las empresas de agua potable en particular, no solamente deben tener acceso al agua, sino ser responsables de todas las partes altas de las cuencas en donde esta agua nace.
Tecnología. Chile debería tener una organización nacional que siga y persiga los adelantos tecnológicos que aumentan la eficacia, eficiencia y equidad en el manejo de nuestros bienes públicos.
Nuestras montañas. Deberíamos crear un programa nacional para el manejo y uso de nuestras montañas y cordilleras, que incluya a todos los ministerios.Nuestras montañas no solamente son una fuente de agua, fertilidad de toda nuestra agricultura e industria, fuente de vida de todos los chilenos, sino también, son el hilo conductor de todas las formas de vida que existen en nuestra nación.
Por ahora vemos nuestras montañas como algo sin mucha utilidad excepto cuando descubrimos algo (minerales) y lo explotamos al máximo.
Elementos para una Ley Nacional del Agua. En el preámbulo de ésta debe haber una nueva definición de lo que constituye el elemento agua en nuestras vidas como chilenos.Ella no debe ser considerada solamente un factor de producción o algo inerte y de corte material sino debe ser reconocida como un elemento fundamental de todas las formas de vida que existen en nuestra nación.
Esta ley debe establecer claramente que se trata de algo que tiene su propia divinidad y por lo tanto que debe ser respetada y protegida.El preámbulo es de un carácter fundamental ya que el elemento agua condicionará nuestro bienestar material y espiritual como ciudadanos.
Algunos elementos a considerar. Primero, un cambio constitucional en que la propiedad del agua sea de todos los chilenos.
Segundo, la administración y manejo del agua no deben ser motivados por el lucro.
Tercero, sabiendo que el agua es un bien público escaso, esta debe tener un valor y costo de oportunidad que refleje no solamente lo financiero y económico, sino también lo ecológico, humano y social.
Cuarto, el valor del agua (tarifas, derechos) debe tomar en cuenta criterios de equidad sectorial, regional, y de las personas.
Quinto, debe haber una consciencia total y transparente acerca de la cantidad como de la calidad del agua.
Sexto, la competitividad de las empresas debe incluir el costo de descontaminación del agua y no aparecer como un residuo de pago para otros actores que no contaminaron esa agua.
Séptimo, hay que establecer claramente que somos la ciudadanía, las familias, los que tendremos siempre prioridad frente a cualquier disputa por el agua y no las corporaciones como sucede en muchas partes de la zona norte.
Octavo, crear comités de agua en todo el país, en representación de todos los actores que hacen uso de este recurso.
Noveno, establecer una rama de la justicia chilena que se dedique en forma permanente al tema del agua.
Décimo, reconocer y utilizar toda la batería de instrumentos fisco-ambientales para permitir que el agua sea utilizada sustentablemente.
Hay que encaminar una profunda reflexión sobre cómo la política fiscal podría contribuir a solucionar esta crisis del agua (inversiones públicas, asignaciones presupuestarias, ingresos fiscales -impuestos, derechos de agua-), fiscalización, productividad fiscal, selección de instrumentos de intervención, etc.
Más aún, debemos considerar por ejemplo, impuestos a la contaminación del agua (el que contamina paga), subsidios al cambio tecnológico para ahorrar agua, derechos ciudadanos de propiedad sobre el agua, límites de contaminación del agua, impuestos a la productividad del agua, certificación de origen de los distintos sistemas de extracción de agua, licencias que regulan el acceso al agua subterránea y a otras fuentes de agua, impuestos diferenciados, intercambio de deuda por naturaleza, subsidios para la inversión en recursos hídricos renovables, etc.
Ninguno de estos instrumentos deber ser visto o evaluado aisladamente de los otros instrumentos fiscales existentes.
La crisis de agua es importante porque estamos poniendo en riesgo a todos los chilenos; destruyendo nuestra competitividad económica y poniendo a disposición de un mal manejo toda nuestra identidad como país y como nación.
Una modificación del Código de Aguas representa una condición necesaria pero no suficiente para resolver el problema del agua.
La condición suficiente es un cambio de consciencia colectiva de los actores sociales involucrados. Un país seco genera un alma seca, una identidad seca, y un corazón seco.