Pocos son los fenómenos que pueden afectar tan significativamente distintos aspectos de nuestro entorno como los incendios forestales. Por cierto se afecta la naturaleza, su biodiversidad, su capacidad para proveer servicios ambientales y económicos.
Pero también afecta la salud de las personas a través de la contaminación, la emisión de gases de efecto invernadero y, en forma más directa, la amenaza a la vida de las personas, sus casas y propiedades, su trabajo. Los incendios forestales son una de las principales amenazas a la vida y al ambiente en el sector rural y en la interfaz urbano-rural.
En forma inédita, la alta incidencia de incendios forestales esta temporada ha comenzado a afectar a la población urbana, como es el caso de la nube de humo que se extendió sobre Santiago el último fin de semana, o la amenaza a la ciudad de Angol producto de la cercanía de los focos de incendios en esa zona.
También en este conjunto de impactos negativos debe considerarse el corte reiterado de las autopistas interurbanas, impidiendo que las familias puedan viajar en forma segura a sus lugares de veraneo.
Lamentablemente la cobertura periodística está mayoritariamente orientada a dar cuenta del hecho puntual y no hace un análisis más profundo del fenómeno global.
¿Por qué sufrimos año tras año el flagelo de los incendios forestales? ¿Acaso son inevitables? ¿Su aumento se debe a falta de recursos para el combate? ¿Lo estamos haciendo bien en materia de prevención?
La emergencia deja poco espacio para la reflexión y cuando las brasas comienzan a apagarse, otros problemas más urgentes desplazan de la agenda a los incendios.
Comienza el invierno y los episodios de contaminación en las ciudades, el año escolar, los tacos.Termina una temporada más y los análisis sólo le corresponden a la Conaf y al ministerio de Agricultura.
En términos de balances, los incendios forestales muestran estadísticas históricas que no son para nada positivas. Existe una sistemática afectación de superficie que promedia las 50.000 hectáreas anuales. Sin embargo, muchas veces ocurren episodios extraordinarios que incrementan estas cifras como fue la temporada 2011-2012 con el incendio del Parque Torres del Paine (17.000 ha.) o los incendios en la región del Biobío del cerro Cayumanque. Esa temporada la superficie afectada superó las 80.000 hectáreas.
El periodo 2012-2013 sufrió una drástica caída respecto a la temporada anterior.Sin embargo ahora estamos en presencia de una especialmente activa en materia de incendios.Probablemente una de las peores en los últimos años, por la cantidad de superficie afectada ¿Cuáles son las razones que explican esta situación?
Se insiste por una parte en el tema de los recursos. Sin embargo no se trata de más recursos para el combate. Podríamos duplicar o triplicar las brigadas y sólo tendríamos más gente combatiendo los mismos cinco mil incendios que se producen anualmente.
¿El incremento de recursos reduciría esa cifra? Tal vez los atacaríamos más rápido, llegaríamos antes a los focos. Sólo tal vez, dependiendo de las condiciones de clima y accesibilidad. Lo seguro es que seguirán existiendo los incendios forestales si no se enfrenta el factor humano que los provoca.
Otros han señalado recientemente que la causa es el aumento sostenido de la superficie de plantaciones, principalmente Pinus radiata y Eucalyptus, lo que ha generado un paisaje homogéneo, continuo y más combustible, por ende mayor riesgo de incendios y vulnerabilidad de las comunidades aledañas. Nuevamente esta explicación omite el factor humano en el origen de los incendios.
En momentos en que sobran las opiniones y muchos aprovechan de pasarle cuentas a las plantaciones forestales por estos incendios, es conveniente recordar que detrás de cada uno de estos siniestros hay personas que los originaron.
Los incendios no se generan espontáneamente, hay personas, con nombre y apellido, con rostro, que originaron este desastre para el medio ambiente, para la biodiversidad y para todas las familias afectadas.
Negligencia o intencionalidad, finalmente el origen siempre es humano.Humana es la práctica de lanzar fuegos artificiales en áreas con vegetación, humana es la práctica de acampar en zonas no habilitadas y descuidar las fogatas, humana es la práctica de quemar intencionalmente plantaciones forestales por antiguas querellas entre vecinos.
Humana es la costumbre de postergar la limpieza de quebradas y zonas aledañas a poblaciones, reduciendo el combustible potencial en temporada alta.
Humana es la costumbre de quemar residuos agrícolas o basura en las cercanías a zonas con vegetación y presencia de viento.
Hay a mi juicio dos consideraciones claves en la temática de los incendios forestales.
En primer lugar parte enfrentar decididamente el factor humano en el origen de los incendios forestales, analizar las causas, perseguir a los culpables, educar a la población, entender las motivaciones detrás de la intencionalidad de muchos siniestros.
En segundo término, afrontar este tema como un desafío de alcance nacional que involucre a toda la ciudadanía, tanto de áreas urbanas como rurales. Efectivamente es un tema de interés nacional, que sin embargo no tiene la relevancia para la población que sí debería tener.
No se trata solo de combatir los incendios forestales, sino de evitar que se originen.Ese objetivo es tarea de todos.