El agua es clave para sostener la vida. Como el oxígeno. Eso lo sabe cualquier escolar.Sin embargo hay una importante diferencia en nuestro país; el oxígeno aún no tiene dueño, es gratuito… el agua por el contrario, no lo es.
Esta situación es clave y hasta el momento había pasado relativamente desapercibida por la población general. Los conflictos por el agua han estado ahí, latentes, detrás de casi cada conflicto medio ambiental que hemos tenido en la última década por lo menos –si no antes, me corregirán los expertos. La propiedad, el uso y la disponibilidad del agua son hoy asuntos tan locales como nacionales, tanto sociales como económicos.
Y es que el agua requiere que como sociedad asumamos un equilibrio justo que estamos aún lejos de lograr pero que a esta altura todos comenzamos a evidenciar; la inversión productiva, base del desarrollo, requiere consumir agua, pero ello debe conciliarse de forma armoniosa con la capacidad de las comunidades para también desarrollarse de modo sustentable.
El caso de Freirina sirve de ejemplo: en zona de escasez se consumía más agua para la planta de cerdos de Agrosuper, que para la población.Este ejemplo es clave para entender lo que está en juego. En muchos lugares el uso del agua para procesos productivos (mineros, energéticos, ganaderos, agrícolas, industriales, forestales) antecede la necesidad de quienes viven en los alrededores. Derechamente se contrapone con su futuro, expectativas y esperanzas.
Estas situaciones desafían en muchos casos el sentido común con una absurda oposición entre crecimiento y calidad de vida. Se trata de comunidades pequeñas, lejos de los polos urbanos en su mayoría, que han visto cómo la riqueza de esos emprendimientos no se traduce en mejorías en su propia vida, y por el contrario, son los costos –en escasez hídrica, contaminación, y precio de la vida- los que se transfieren de forma más directa.
Así, quienes se supone debían beneficiarse primero como resultado de la inversión para dejar de ser pobres, deben hoy sortear nuevos inconvenientes para superar las “brechas de equidad” que ya les plantea el aislamiento y la concentración de oportunidades en los núcleos ricos de las grandes urbes. Ninguna gracia.
El Planeta tuvo a bien resguardar parte de las aguas en forma de hielo en las montañas. Todo escolar sabe que los glaciares son “reservas de agua” y que sin importar su tamaño tienen un valor gigantesco para la preservación de la vida, simplemente porque llevan allí miles de años alimentando cuencas y ecosistemas.Por ello el “problema del agua” no se remite únicamente al agua que corre, también al agua que se congela y se descongela en los glaciares.
Hoy el problema está a la vuelta de la esquina. El asunto es que son varios los proyectos mineros que en su desarrollo están afectando o van a afectar zonas glaciares. El más reciente –e importante, sin duda- es la intención de expandir “Codelco Andina” en la zona centro del país, cerca de Santiago. El proyecto ya ha generado la pérdida de 22 millones de metros cúbicos, según un informe de Chile Sustentable. Por lo que la idea de su expansión que se encuentra buscando su aprobación ambiental será clave para los recursos hídricos de las regiones Metropolitana y de Valparaíso.
Al día de hoy –lo sabemos bien por casos previos como el de Barrick Gold- la fiscalización y los marcos normativos no permiten el correcto resguardo de glaciares.
Multas insignificantes no imponen sanciones ejemplares, y favorecen la mediocridad en el cuidado de los recursos naturales que permiten la vida de todos. Hoy nos estamos conformando con menos que el mínimo en este tema. El mismo proyecto Pascua Lama –ha dicho el propio Superintendente de Medio Ambiente- podría ver revocados sus permisos ambientales debido a los reiterados incumplimientos y faltas en la zona.
Así las cosas ¿Se constituirá un movimiento social por la recuperación y defensa del agua? Ahora que el proyecto de ampliación de Codelco Andina amenaza de forma sustantiva diversos aspectos de la seguridad hídrica de la zona central –que concentra buena parte de la población- habrá evidentes razones para que el tema cuente con más y más importancia. Especialmente porque esta vez será directamente la minería del cobre, la que sostiene, la que sustenta esa amenaza.Pero sobre todo pues la historia nos dice –Pascua Lama mediante- que los glaciares están en evidente riesgo. Y esa es una amenaza inaceptable.
Una correcta administración de los recursos hídricos, que compatibilice desarrollo con calidad de vida para todos, es hoy una urgencia nacional. El conflicto llegó a nuestras puertas, y el destino de las reservas que el planeta tiene para nosotros está en juego.
El agua está aquí para quedarse y obligarnos a decidir qué tipo de futuro queremos construir. Esperemos que quienes gobiernan hayan aprendido de HidroAysén.Cuando un país entero habla, hay que escuchar.