En estos momentos se produce un importante debate ambiental en la ciudad de Chillán, en relación a la posible corta de más de doscientos árboles de una de las principales y más tradicionales avenidas de esta ciudad. Lamentablemente el centralismo en que vivimos no permite que estas noticias alcancen figuración pública a nivel nacional.
Los trabajos de reconstrucción de la Av. O’Higgins no consideraron en su diseño la protección de un importante grupo de árboles centenarios.
Esta omisión constituye una negligencia no sólo por el valor ambiental de estos árboles, sino también por su aporte paisajístico que está estrechamente asociado a esta importante avenida. La nueva carpeta de pavimento fue diseñada a una cota más baja que la original, dejando al descubierto las raíces, lo que terminó dañando los ejemplares. La solución propuesta desde el municipio es simplemente cortarlos. Una vez denunciada esta situación, nadie asume su responsabilidad y todos se culpan entre sí: Municipio, Serviu y la empresa constructora.
Sumado a lo anterior, la ministra del Medio Ambiente, María Ignacia Benítez, acaba de declarar a Chillán zona saturada por contaminación, mientras que el Municipio promueve la corta de árboles. Parece un contrasentido sobre el que las autoridades ambientales deberían pronunciarse.
Uno de los problemas más preocupantes de los núcleos urbanos en la actualidad es la contaminación atmosférica. Ante esta situación, los árboles atrapan con sus hojas partículas en suspensión actuando como verdaderos filtros de aire. Diferentes estudios confirman su importancia.
Los árboles en Santiago almacenan alrededor de 826.000 toneladas de carbono, según un estudio de la Universidad de Chile. En cuanto a su aporte a la descontaminación los árboles de Santiago remueven anualmente 3.500 toneladas de contaminación del aire, lo cual se estima que tiene un valor para la sociedad de US$44,8 millones. Similares resultados se han encontrado en estudios realizados en Concepción.
En cuanto al aporte de los árboles al ahorro de energía en construcciones, se ha estimado en Santiago que durante el verano su presencia permite ahorrar energía equivalente a 12.000 MBtus(1) y que el ahorro de energía durante el invierno debido a ellos es de 13.250 mwhs.
En términos de valoración ambiental, el arbolado presente en calles, avenidas, plazas y parques urbanos, es el primer acercamiento que la población tiene a la naturaleza. En países como Chile con más de un 85% de su población viviendo en ciudades, la sensibilización ambiental debe partir por respetar el entorno más cercano dominado por el arbolado urbano antes que buscar una sensibilización con bosques que están muy alejados en el sur de Chile.
Lamentablemente la dinámica de desarrollo urbano atenta contra una valoración adecuada de la componente vegetal en los proyectos de infraestructura. Los términos de referencia de las licitaciones públicas y privadas raramente consideran especificaciones técnicas relativas a las áreas verdes y si las hay, están sometidas al diseño previo de la ingeniería dura, lo que muchas veces lleva a instalar proyectos en áreas donde deberán cortarse una gran cantidad de árboles, siempre escasos en las ciudades.
Esta situación es exactamente lo que ha ocurrido en Chillán, pero no es una excepción.Ejemplos recientes de intervención son el Parque Araucano en la comuna de Las Condes, donde se vieron afectados árboles que debieron dar espacio a un proyecto privado de entretención infantil. O la instalación de una universidad privada en el Parque O’Higgins, desafectando una importante superficie de área verde. Antes ya había ocurrido lo propio con una empresa de juegos de entretención.
Mientras esto siga ocurriendo, la loable campaña del Gobierno de plantar un árbol por cada chileno al 2018 (17 millones de árboles) no permitirá en el futuro contar con ciudades más verdes, ya que con toda seguridad muchos de los futuros árboles que serán plantados, tendrán que ser cortados para emprendimientos públicos y privados que no considerarán la variable ambiental en su diseño y ejecución.
(1).MBTU: miles de BTU.BTU: unidad de medida de energía calórica.