15 jun 2013

Un alivio momentáneo

Como si fuese un partido de fútbol, por nueve a cero la Corte Suprema de los Estados Unidos rechazó la posibilidad de patentar genes humanos. En un fallo unánime se impidió lo que en rigor es la privatización del material genético de la especie, pero no fue un fallo tan contundente como los números lo sugieren: la posibilidad de convertir en mercadería genes modificados se mantuvo abierta, de modo que del 9 a 0 se vuelve a un 0 a 0 inicial.

Lo que estuvo en juego, como pudiera creerse, no fue la mercantilización de la materia que hace posible la existencia humana. No. Se trataba de discutir un caso acerca de patentes comerciales y, por lo tanto, que era lo que podía o no protegerse desde un punto de vista legal.

El tema de fondo era, pues, el de la invención. El juez de triste recuerdo por casos de acoso sexual, Clarence Thomas, arguyó, “la empresa no ha creado nada. Encontraron un gen útil e importante, pero separar un gen del material genético circundante no es un acto de invención”.

¿En que consiste la creatividad del ser humano?¿En separar cosas del mundo y presentarlas como si fuesen invento propio? ¿En replicar el mundo y reclamar autoría por ello?

La Corte asume que es patentable aquella manipulación genética que da como resultado algo que no existe previamente en la naturaleza. La puerta se abre para modificar el material genético y ventilarlos en el pujante sector de la salud privada (y no en el del sector privado de salud).

Los mercados bursátiles atentos al caso sintieron el golpe. A pocas horas de la sentencia, los especuladores hicieron caer en más de un 5 por ciento el valor de las acciones de Myriad Genetics. Sin embargo, y éste era el argumento de la empresa, aún están abiertas las puertas para poder seguir operando comercialmente con productos manipulados genéticamente. “Aún tenemos mercado, consumidores” anunciaban sus ejecutivos en medio de la refriega.

Gran parte de la discusión generada en torno al caso se centró en los costos médicos asociados al uso del gen que hubiese sido comercialmente patentado. Los diagnósticos de cáncer ovárico y mamario no costarán los casi dos millones de pesos que hubieran costado de haber triunfado la posición de la empresa.

Si el caso dependiera de empresas como Myriad Genetics, de UTAH, y no de los poderes públicos ejerciendo su deber ante la ciudadanía, en breve dispondríamos de bancos genéticos entregados al libre juego de la oferta y la demanda.

Recursos heredados en cuestiones tan dispares como la apariencia física de las personas, la propensión o la resistencia a ciertas enfermedades, serían valorizados de acuerdo a la capacidad de pago de los consumidores. No estarían “itemizados” por FONASA pero disponibles en las Isapres privadas para sus clientes selectos: hombres, jóvenes, solteros y de altísimos ingresos.

Las empresas y consorcios asociados a la ingeniería genética estuvieron, hasta antes de este fallo judicial, a punto de dar un zarpazo final para apropiarse de lo que en definitiva nos posibilita ser humanos.

Por esta vía, las clases superiores estuvieron igualmente a punto de zanjar biológicamente sus diferencias con los condenados de la tierra y, sin mediar campos de concentración (o sólo mediando campos de control y deportación para inmigrantes) concluir con el inacabado sueño hitleriano de una “raza” perfecta.

Empero, la discusión de fondo acerca de la “puesta en valor” de la genética humana – modificada o no – no es materia del interés general. En la lógica comercial de Occidente, los valores del mercado determinan buena parte de los intereses, motivaciones y preocupaciones de la sociedad y, con ello, la suerte dispar de la ciudadanía.

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  • Tesla Terk

    La debacle en que la economía norteamericana se encuentra inmersa hace que los especuladores , instigados por los funcionarios del gobierno de USA, anden raspando la olla para encontrar algo de donde sacar dinero. Como verdaderos sabuesos de riquezas, no dejan lugar por hurgar, y en esta carrera por evitar la caída de la economía de la aun primera potencia mundial, no trepidan en intentar pasarse de listos, tomando posesión de las cosas mas increíbles. Codicia, ignorancia, esquizofrenia financiera desatada en quienes se acostumbraron a vivir del cobro de patentes en modo de piloto automático. Financiando alguna investigación, creando alguna cosita que capte las preferencias de los consumidores, sea útil o no, o simplemente clavando su bandera en cuanto lugar digan haber llegado primero, estos buscadores de riqueza inmediata rompen los moldes de la decencia y el respeto por el sentido común y sus semejantes. Sí , por que aunque no resulte muy innovador ni agresivo en términos de negocios, de los “buenos negocios” quiero decir, la ética aun existe y no sólo eso, sino que ahora es mas necesaria que nunca cuando hemos entrado en terrenos de lo mas intrínseco de la constitución de las especies, puntualmente, el ser humano en este caso. Nadie tiene el derecho de sentar propiedad sobre lo que nosotros portamos como parte constitutiva esencial. Nadie tiene el derecho de apropiarse de algo que hemos tenido desde siempre y nos pertenece a todos. Y la ciencia misma debería preocuparse de mantener a raya a los mercenarios y corsarios que hace tiempo ya han comenzado a meter sus narices en lugar equivocado. Lo peor de la raza humana pretende apropiarse de ella, ni mas ni menos.