Las redes sociales en una primera instancia y ahora los medios de comunicación se han agitado con razón ante el anuncio del ciudadano español Miguel Herberg de hacer desaparecer los archivos fílmicos rodados en el país entre 1972 y 1974, entre los cuales se hallan las únicas imágenes grabadas dentro de los campos de detención de Pisagua y Chacabuco.
El anuncio del acto de Herberg se acompaña por la difusión de imágenes que supuestamente le pertenecerían y que en realidad corresponden a los filmes de los directores alemanes Walter Heynowski y Gerhard Scheumann (H & S), cuyo camarógrafo fue Peter Hellmich, (en especial del documental “Yo fui, yo soy, yo seré”).
Tanto la televisión chilena como la española han pecado de una auténtica falta de rigor al difundir las imágenes de Pisagua y Chacabuco validando la apropiación de las mismas por parte de Herberg.
La verdad es que las imágenes exhibidas no podrán ser destruidas por Herberg ya que ellas se encuentran a buen resguardo en el Archivo Federal Alemán y, entre otros, en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
De hecho, 9 películas de H & S le fueron donadas al Museo de la Memoria por la distribuidora alemana Progress Film, las que se exhiben regularmente y se utilizan para fines expositivos y educativos.
Muchos tenemos serias dudas acerca de la seriedad del señor Herberg. Sus juicios sobre el juez Garzón y Miguel Littin son expresivos. Pero estas se remontan a obras anteriores de su autoría, como el libro “Chile: La historia se repite”, en donde entre muchas otras afirmaciones antojadizas, sostiene que el cardenal Raúl Silva Henríquez debería ser juzgado por complicidad con las violaciones a los derechos humanos.
Desde luego, en este caso, no ha podido o querido exhibir imágenes diferentes de las que están contenidas en los filmes de Heynowski y Schaumann, lo que significa que afortunadamente esas imágenes no corren peligro ya que, en definitiva, no le pertenecen.
Tampoco ha podido demostrar ser el autor de dichas imágenes ya que él fue parte del equipo de H & S sólo durante un período del trabajo de los alemanes en Chile y su labor no era de camarógrafo sino de traductor, según lo testimonia el propio productor de los filmes alemanes Mathias Remmert y según lo estableció un juicio que se realizó en Roma.
Con todo, al señor Herberg se le ha ofrecido por parte de distintas instancias chilenas conservar sus archivos fílmicos y darles el uso que él autorice, pero su respuesta ha sido evasiva o inexistente.
Que Herberg está enojado es indudable, pero elige mal los blancos de su ira. Las cinetecas y el Museo de la Memoria no son los que le han negado apoyo a sus proyectos audiovisuales. La destrucción de archivos es un acto irracional y con significados perturbadores.
Lo más grave del acto de Herberg es el abuso que está haciendo de la buena fe de muchos que se impactan por la pérdida patrimonial que implicaría su acción. Pero hay también una abierta ilegalidad en su “performance” ya que está violando los derechos morales de los verdaderos autores de estas imágenes y de las personas que aparecen en las filmaciones.
Estas imágenes no fueron hechas para hacer hogueras ni para hacerlas desaparecer, como ocurrió con muchas víctimas de carne y hueso, sino para denunciar y retener en la memoria de las futuras generaciones la atroz política represiva de la dictadura chilena.