16 jul 2011

Corriendo alrededor de La Moneda

Cruzando Teatinos en la esquina con Moneda, en el lado poniente del Palacio de La Moneda, un estudiante con polerón gris y pantalón semilargo negro, va a trote suave para tomar Teatinos hacia la Alameda.

Lleva consigo una bandera negra y unas letras en blanco dicen: “Por una educación sin lucro”…Son las 22:00 horas. De noche. Con baja temperatura. El estudiante trota solo.

Los pocos peatones que lo ven en ese momento solo observan. El sigue trotando. Llega a Teatinos con Alameda y enfila hacia el norte, por Morandé hacia Moneda. Trota solo y en Moneda dobla hacia Teatinos. Y así, da vueltas y vueltas a La Moneda. Lleva consigo su bandera. Es de noche….

He revisado en estos días decenas de fotografías tomadas por muchos manifestantes y que luego las subieron en las redes sociales. Son imágenes magníficas, llenas de colorido, risas, consignas, lienzos, batucadas, ingeniosas coreografías.

Son miles los rostros sonrientes de jóvenes, niños, trabajadores, ancianos, familias, padres con sus hijos al hombro, otros en sus cunas con sus madres…Es Chile en las calles. Aquello quedó retratado para siempre y para la posteridad; para el presente y el futuro. Son como las centenares de fotografías de las protestas nacionales del 80, de las por el No en 1988.

Veo las imágenes tomadas por personas del “Núcleo Carlos Lorca”. Están en facebook. Y es indudable que la bien lograda secuencia de fotos tomadas directamente por ellos en el lugar del escenario principal, en Los Héroes, demuestran que hubo provocación policial al lanzar bombas lacrimógenas en las cercanías, además, de la Embajada de Brasil.

Si quiere comprobar esto, vea directamente las imágenes en el portal señalado. Y muchas otras imágenes permiten arribar a igual conclusión.

Hoy, con la magia de fotos que se toman en celulares y cámaras modernas y que se transmiten casi instantáneamente en internet desde el lugar de los hechos, acontece que no es fácil inventar historias o inducir a error a la opinión pública.

Por cierto, provocación trae provocación. Violencia trae violencia. ¿Cómo se empaña una manifestación pacífica? Provocando. Ya sea por parte de grupos conservadores, infiltrando las marchas, como también por parte de grupos disociados del movimiento social mismo.

En facebook circula una foto de un ciudadano que porta un cartel decidor: “Anarkistas y delincuentes: hagan sus propias marchas. Dejen al Pueblo tranquilo”. Lo que está claro es que los miles, pero absolutamente miles de personas que participan en las marchas son (somos) todas personas pacíficas.

¿De qué otro modo se explica el colorido, la emoción, la alegría, la música colectiva y el ingenio gráfico expresado en carteles y lienzos, que dan cuenta de un Pueblo cansado pero esperanzado?

Ese estudiante que trota solo, en la noche helada del viernes 15 de julio de 2011, alrededor de La Moneda, en realidad, no está solo.

El es parte de estos miles de chilenos, en número que crece día a día sumándose a una demanda fundamental: una educación de calidad, necesita transformaciones profundas del modelo educacional imperante. Pero esto ya no es posible luego de tantos parches.

Se requiere una cirugía mayor del cuerpo mismo del sistema. Si no ¿de qué otro modo se explica que una demanda tan sentida exprese al mismo tiempo a millones de compatriotas?

De ahí que el mero cambio de Gabinete no es más que un paso menor en un escenario de requerimientos mayores. No son cambios cosméticos lo que Chile está demandando. Son temas mayores y la hora de encararlos está llegando con mucha fuerza.

Por esa razón, el Gobierno y el Parlamento deben concordar con rapidez las transformaciones sustantivas que se demandan. Y esto comprende al modelo educacional en tanto eje de un desarrollo más justo. Pero, es evidente que las manifestaciones sociales apuntan a cuestiones más amplias.

Vuelvo a las decenas de imágenes que se publican en estos días en facebook, principalmente: observo de nuevo aquello que –como muchos- viví en las calles mismas en estas últimas movilizaciones. La esperanza de una sociedad mejor se nota en los rostros de miles de jóvenes estudiantes y trabajadores.

Hombres y mujeres que se cansaron de esperar. Un país que quiere justicia de verdad.

Una sociedad irritada por las desigualdades ostensibles y humillantes. No son rostros crispados, ni violentos. Son un Chile auténticamente esperanzado.

Abramos entonces las grandes Alamedas de Chile para esta esperanza colectiva. No cerremos con vallas el ansia de mayor justicia.

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