La sociedad moderna ensalza la juventud. Los políticos que no quieren moverse de sus espacios de poder, ensalzan la juventud. El mercado que devora sueños, convierte a los jóvenes en consumidores (al menos lo intenta intensamente)…
Recuerdo muy bien el impacto que tuvo en mí (y seguramente en muchos de los que escuchan Cooperativa y leen ahora estos artículos) la Revolución de Mayo de 1968.
Yo tenía 16 años y el manifiesto de quienes inspiraron esa revolución juvenil en Europa y que rápidamente se trasladó a América latina motivó en nosotros, apenas estudiantes liceanos, un gran sentido de responsabilidad social y de compromiso político con nuevos sueños e ideales.
Así me incorporé en la acción política, primero, como joven militante de la JDC Secundaria de Valparaíso y después en la testimonial Izquierda Cristiana entre 1971 y 1973. Con el golpe militar de 1973 y estando los partidos proscritos, me integré al movimiento de Derechos Humanos en Valparaíso. Ahí nacieron las raíces del Servicio Paz y Justicia de Chile, Serpaj y posteriormente puse voluntad y energía en la creación de una promesa política que en 1987 se llamó Partido Por la Democracia, promesa un tanto desgastada ahora.
Es un camino de cuatro décadas de compromiso social, todo inspirado en la fuerza emocional, social y cultural de la Revolución de Mayo 1968 y en sus murales sorprendentes, del cual recuerdo el más importante: “Seamos realistas. Pidamos lo imposible”.
El viejo continente despertó de nuevo ahora con otra revolución, la que nace de la indignación ciudadana con los actuales sistemas políticos y sus partidos y el tipo de sociedad y el tipo de Estado en que vivimos.
En España fueron miles de miles de ciudadanos que simplemente salieron a la calle a expresar su descontento y a pintar nuevos murales: “Pienso…luego estorbo”, “Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir”. ”Nuestras escobas no duelen”…
En Chile, casi simultáneamente con estas grandes manifestaciones, otros miles de ciudadanos salieron a la calle convocados por si mismos para expresar su rechazo a la central Hidroysén, pero en realidad eso sólo es el motivo para manifestar descontentos más amplios y profundos.
La reciente encuesta Adimark fue categórica. Cayeron todos los indicadores de aprobación: cayó el Presidente; cayó el Gobierno; cayeron las coaliciones partidistas; cayó el Senado; cayó el Parlamento…No queda nada en pié. Todos son amplia y profundamente desaprobados.
Se atribuye a Stéphane Hessel, berlinés nacido ¡en 1917! la inspiración fundamental de este movimiento ciudadano de indignación social y política en Europa.
Ponga atención a este dato: a diferencia de la Revolución de Mayo 1968 con sus líderes históricos, todos ellos muy jóvenes, quien inspira la actual zaga ciudadana es nada menos que un anciano de 93 años, lo que echa por tierra la pretensión de que el progresismo, el radicalismo ético y el compromiso con una nueva sociedad sea patrimonio sólo de las nuevas generaciones… Hay que ver a algunos de la actual “nueva generación joven” de políticos en Chile (príncipes, herederos, delfines, etc.) para apreciar cuán arraigadas están sus raíces en el conformismo sistémico.
Hessel nació en Berlín pero vive desde muy niño en París. Hijo de un destacado intelectual alemán, Franz Hessel. En 1940 se une a la Resistencia francesa. Apresado en 1944 por los nazis es torturado y a duras penas logró evadir la muerte en Buchenwald. Luego, como diplomático es uno de los redactores de la histórica Declaración Universal de Derechos Humanos. En la década de los 90 comenzó a escribir los borradores de su libro “Indignez-vous”.
Una sencilla editorial francesa, Indigéne, publicó en el 2010 la versión de sus escritos y como reguero de pólvora, los pensamientos y el análisis de Hessel corrieron por las calles y barrios de Europa convirtiendo el libro en un éxito editorial inédito. El tema básico de Hessel es que la base de sustento de la Resistencia francesa era la indignación ante el nazismo y sus atrocidades y llamó a adoptar esa postura ante el estado actual de la política y de nuestra sociedad. Se trata de una convocatoria a los excluidos de la sociedad y llama a cautelar las deficiencias de nuestro sistema democrático.
El libro “Indígnate” es sencillo y profundo y su mensaje es cautivador: “Los responsables políticos, económicos e intelectuales y el conjunto de la sociedad no deben dimitir ni dejarse impresionar por la actual dictadura de los mercados financieros que amenazan la paz y la democracia. Os deseo que tengáis vuestro motivo de indignación. Es algo precioso. Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó el nazismo, nos volvemos militantes, fuertes y comprometidos”.
Son nuestros queridos viejos, progresistas de verdad: Gandhi, Luther King, Mandela, Hessel los inspiradores de un nuevo tiempo. Chile está a la vuelta de la esquina de un cambio cultural de enorme magnitud para los próximos años. Ese cambio se está instalando. La Encuesta Adimark lo recoge con claridad y como dice el Evangelio: el que tenga oídos para oír que escuche, y ojos para ver, que vea.
El libro de Hessel comienza a distribuirse hoy en diversas librerías de América Latina.
Muy pronto estará en Chile.