No podría sino haber escogido la Antropología como su profesión (y es lo que ha hecho a lo largo de su vida).
Actualmente es profesor y director de la escuela de Antropología de la Universidad Alberto Hurtado. Ha ejercido la docencia en diversas universidades tanto en Chile (Universidad de Chile, Universidad Austral de Chile) como en el extranjero (Universidad de Minnesota, Universidad de Hamline).
En tres ocasiones ha servido como Presidente del Colegio de Antropólogos de Chile.
Su preocupación central son quienes padecen la historia, incluyendo el estudio de comunidades urbanas y rurales, sus identidades, patrimonios naturales y culturales y prácticas sociales.
No se doblega ante el sentido común y prefiere preguntarse si acaso serán ciertas afirmaciones como aquellas que señalan que las necesidades son infinitas y que los recursos son escasos, o si tal vez podría haber sido de otro modo.
Le preocupa especialmente el respeto por las personas y las cosas. “Se es a través de las y los otros”, aprendió del Arzobispo Anglicano y Premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu. Aunque escéptico, piensa que, de haber alguna esperanza para la humanidad, esta no puede ser sino la de amar el mundo: a perros, gatos y ratones, al modo de Fray Martín de Porres.
No le incomoda pensar que, al final de cuentas, las bacterias sobrevivirán a la Humanidad.
Actualmente está investigando los paisajes del agua en el sur de Chile, apasionado con la convicción que la sociedad no es sino parte de la naturaleza y que es mejor entenderla en su comunión con las cosas del mundo, bacterias incluidas.