El pensamiento único, con su omnisciente y abrumador aparato propagandístico-persuasivo-manipulador, ha desinformado y mentido ostensiblemente vendiéndonos, a través de su lobby comunicacional dominante, el triunfo electoral de los ‘tories’ como el triunfo de la austeridad (por sobre las políticas re-distributivas) a la hora de hablar de recuperación económica, en circunstancias que las causas reales de la “recuperación” (macroeconómica) -claro está- se encuentran más cerca de Bruselas (y la baja del precio del petróleo) que de las decisiones tomadas por el inquilinaje del 10 Downing Street.
Toda vez que constituye un hecho indesmentible que las políticas de austeridad para hacer frente a la crisis (austericidio), muy por el contrario a lo que se nos pretende hacer creer, se han traducidos en unos enormes tijeretazos al gasto público social y en un conjunto de unas (mal) llamadas “reformas”, con el consecuente deterioro del mercado laboral, que han traído en definitiva el virtual desmantelamiento y privatización de su Servicio Nacional de Salud, el incremento de la precariedad y descenso de los salarios, respectivamente. Todo lo cual simboliza un verdadero mazazo para la gran clase media inglesa.
Pues ninguno de los discursos emanados del todopoderoso sistema global de medios de comunicación de masas ha destacado, por ejemplo, que las izquierdas (Laboristas, Partido Nacionalista Escocés y Verdes) -unidas- obtuvieron más votos que los Conservadores e incluso, a pesar del descalabro, pese al intento tardío de distanciarse del Blairismo o Tercera vía (Giddens), los laboristas aumentaron su votación pasando del 29% de los votos al 30,4%.
En efecto, sumado el voto de todas ellas y en un sistema proporcional, las izquierdas hubieran sacado una amplia mayoría o, dicho de otro modo, los ‘tories’ no hubieran tenido mayoría absoluta, toda vez que casi el 70% del electorado rotundamente no les votó. Con lo cual, al menos, se puede concluir categóricamente que es un mito eso de la derechización del electorado inglés.
Por último, es posible, intentado explicar lo inexplicable por el lado de que el triunfo de los ‘tories’ en gran medida se debió al hábil manejo del viejo y maniqueo discurso (patriotero) del “pánico moral” (Stanley Cohen) -de fuerte tufillo marcarthysta- con lo cual hábilmente alertaron (por no decir, derechamente, asustaron), principalmente, a los electores respecto del peligro que representaba para la unidad de la nación británica una eventual alianza de los Laboristas con los nacionalistas y rojos escoceses para desbancarles.
El anuncio del referéndum respecto de la permanencia británica en la Unión Europea, ha pesado y mucho, pues también, se ha articulado churchillianamente en clave defensa de la Patria “amenazada”.
Con lo anterior, por lo demás, se viene a desmentir al menos aquello de que en el vulgo pesa más el bolsillo y las tripas que el corazón o la mente, al mismo tiempo que parece confirmarse, parafraseando al viejo periodista y dibujante estadounidense, Kin Hubbard, aquella sentencia que señala que “cuanto menos aporta un político, más ama a la bandera”.