Dentro de la política de revisión económica y política (¿también ideológica?) llevada adelante por el Jefe de Estado y de Gobierno, Raúl Castro Ruiz, las declaraciones del mismo Raúl a la prensa después de haberse reunido largamente con el Papa Francisco recién en Roma, golpean sin duda a todo el mundo y en particular al pueblo cubano, a los dirigentes de su Partido Comunista y a los altos cargos de su Comité Central, su Asamblea del Poder Popular y sus Fuerzas Armadas.
No es broma, como dijo Raúl. Esto es serio, muy serio, en un proceso como el cubano.
Nunca, en los casi 67 años de gobierno revolucionario en Cuba, Raúl Castro se acercó como ahora a la Iglesia Romana. Más aún, a los ojos del pueblo cubano, la Iglesia y los observadores, Raúl estuvo siempre más lejos que Fidel de la conversación pública con los dignatarios eclesiásticos, al extremo de que algunos de ellos lo calificaban de “comunista ateo” y de “protestante” en los inicios del proceso.
Antes de hoy Raúl no dio indicios de su acercamiento, como Fidel lo hizo en el libro del jesuita Frei Beto “Fidel y la Religión” (1985). Frei Beto, brasileño y de izquierda, preso y torturado por la ex dictadura brasileña, es un cura muy cercano, también hoy, al Papa Francisco, un cura argentino que nunca dio muestras de ser de izquierda y que ahora aparece, en algunos aspectos, como un Papa progresista y con sensibilidad por los pobres y los refugiados, e interesado como el que más por el mejoramiento de las relaciones EEUU-Cuba.
El diario Granma, del Comité Central del PCC, informa en primera página, el 11 de mayo recién pasado, sobre la conversación entre el Papa y Raúl Castro, sin mencionar estas reflexiones personales del jefe cubano acerca de su acercamiento tan impactante a la Iglesia, relevadas por diarios internacionales, como El Mercurio de Santiago de Chile, La Nación de Buenos Aires, El Comercio de Lima y el Nuevo Herald de Miami.
Habría dicho Raúl: “Le dije (al Papa) que si sigue hablando así volveré a rezar y volveré a la Iglesia Católica, y no es broma”.”Soy comunista…el Partido no permitió jamás la misión de los creyentes. Hoy está permitido que haya creyentes, es un paso adelante”.”Él es jesuita y yo también fui a una escuela jesuita (junto con Fidel agregamos) y hay un sacerdote famoso, famoso en América Latina, Frei Beto, a quien le dije: Frei Beto, yo oí más misas que tú, y cuando el Papa vaya a Cuba en septiembre yo iré a todas las misas con satisfacción”.
Lo que se sabe es que para la visita de Juan Pablo II a Cuba, Fidel acompañó permanentemente al Pontífice y fue a la gran misa en la Plaza de la Revolución, que escuchó con mucho respeto, y Raúl estuvo presente en la misa de Santiago de Cuba, en la que debió retirarse, junto con su comitiva, por el discurso antifidelista y probatistiano del arzobispo local. La misma relación se produjo en la, más fría, visita de Benedicto XVI.
Según la prensa cubana el Arzobispo de Santiago de Cuba integra hoy la delegación de la Iglesia que prepara, junto al gobierno, la visita de septiembre de Francisco a Cuba.
Lo impactante de hoy es que Raúl Castro señaló que”podría volver a la Iglesia Católica” y agregó que el Partido Comunista de Cuba en el pasado no permitió jamás a los creyentes en el Partido y que “hoy está permitido que haya creyentes, es un paso adelante”.
Lo que se sabía es que desde el inicio, y por muchos años del proceso, se impidió a los católicos y otros creyentes aspirar a ser militantes del Partido Comunista y por tanto cuadros dirigentes de la Revolución, y que ya, hace un buen tiempo, desde la aprobación de la actual Constitución Política de 1992, esa prohibición se levantó y hoy los creyentes, católicos y no católicos, pueden pertenecer al partido único. Hace 23 años.
También se sabe que Raúl Castro es poco amigo de las bromas y de la oportunista chispa condescendiente. Este no es un chiste de mal gusto para los creyentes del Vaticano ni para los ateos de la Academia de Ciencias de La Habana.
La posible conversión de Raúl Castro a la Iglesia, no tendría la importancia personal pero la superficialidad social de algunas conocidas conversiones de políticos ocurridas en Chile en los últimos años, como las de Enrique Correa (que volvió a la Iglesia después de su exilio marxista leninista), Camilo Escalona (que se casó por la Iglesia y comulgó, en su último matrimonio) o Jaime Castillo Velasco, que según la Iglesia, se convirtió antes de morir, pues hasta allí fue solo un filósofo y político adscrito al neo personalismo de Jacques Maritain y a la concepción de los derechos humanos del cristianismo.
La de Raúl, de materializarse, podría parecerse más a la del emperador Justiniano en el siglo IV o a la de los actuales líderes rusos que han vuelto a poner en los altares políticos a la Virgen ortodoxa. La postura de Putín es muy distinta a las que tuvieron Lenin y Stalin.
En Cuba todas las generaciones desde la Revolución de 1959 en adelante han sido educadas por el Estado, especialmente en la universidad, en el ateísmo, el marxismo leninismo y “el comunismo científico”. Una conversión de Raúl sería muy decidora e influyente en el conjunto de la sociedad cubana, que en un porcentaje importante ha vuelto a las iglesias y a la santería en los últimos años del llamado “período especial”, después del hundimiento de la URSS.
Al lado del cuadro del Corazón de Jesús, que se mantuvo en las casas que fueron católicas o santeras, en los últimos cincuenta años, siempre ha habido una gran foto de Fidel y otra también grande de Ernesto Guevara, en un sincretismo muy cubano. El mismo que caracteriza a los oficiales del Ejército Rebelde que, junto con declarar su marxismo leninismo, entregan sus condecoraciones africanas a los pies de las estatuas de la Virgen del Cobre.
Raúl, que debe dejar el gobierno en tres años más, puede estar revisando dos cuestiones que el Papa Francisco volverá a plantearle en su visita: que la Iglesia tenga medios de comunicación nacionales (sólo tiene locales) y que la Iglesia pueda reabrir sus colegios particulares,que la revolución cerró hace decenas de años, como todos los colegios privados y pagados de Cuba, cuando estableció la conocida y exitosa educación pública y gratuita cubana.