Este 17 de marzo, Israel acudirá a los centros de votación para expresarse en conciencia y escoger a sus próximos representantes; esto en contraste con la realidad que vive diariamente la mayor parte de la población de Medio Oriente, donde la democracia se ve cada día más lejos.
La libertad de expresión se hace un bien escaso en esta parte del mundo. Desde hace más de dos años, Siria vive una guerra civil que está lejos de terminar.El encarcelamiento de manifestantes y la dura represión de la policía, pone en entredicho los derechos de los ciudadanos de este país; lugar donde además de la prensa y los opositores son perseguidos los homosexuales, quienes según el artículo 520 de su Código Penal, serán condenados hasta tres años de cárcel por sus “conductas antinaturales”.
¿Qué ocurre con las mujeres? Relegadas a mínimos espacios públicos, en muchos lugares sin derecho a voto y en Arabia Saudita condenadas a latigazos si son sorprendidas manejando un auto. ¿Qué democracias podemos esperar de estas naciones?
Israel, desde su nacimiento en 1948, ha respetado las libertades, la democracia y el derecho de sus ciudadanos, cualquiera sea su color, religión, sexo u origen étnico. Su sistema eleccionario abarca a una amplia gama de sectores políticos. Muchos no se lo imaginarían, pero una importante lista o coalición que participará en las próximas elecciones, incluye al partido árabe-judío Hadash y a tres partidos árabes –Balad, Ta’al y la Lista Árabe Unida– que acordaron presentarse bajo una misma bandera.
El partido árabe-judío obtuvo cuatro puestos en el parlamento en las elecciones de 2013, mientras que la Lista Árabe Unida, especialmente popular entre la población beduina, consiguió cinco escaños en las mismas elecciones, resultado que la transformó en la más influyente entre los árabes.
Al reunirse por primera vez como una coalición, esperan conseguir un mayor número de representantes en el parlamento, lo que es una muestra palpable del carácter democrático de ese país; un contraste importante con lo que ocurre en las naciones vecinas a Israel, donde las democracias aún son muy débiles e impiden luchar por la paz y combatira grupos terroristas. Es más, esta condición de inestabilidad política es un caldo de cultivo para agrupaciones violentas, que buscan obtener el poder a través de las armas.
Lo vimos con la formación de Hezbollah y Hamás, que llaman a odiar a todos aquellos que interpreten el Corán de manera diferente y los vemos hoy con la proliferación del Estado Islámico, que tiene como objetivo conseguir su independencia arrasando con cristianos, chiitas y kurdos.
Pongamos nuestra fe en la democracia y engrandezcámosla. Sólo a través de esta vía erradicaremos la violencia de Medio Oriente.