No es hoy, como se dice con inopia o liviandad, que Cuba deja su “aislamiento” y “se integra al mundo”.
La Revolución Cubana integró a Cuba en el mundo como ningún otro país latinoamericano lo hizo en su historia; en un ejemplo de apoyo a la transformación mundial y con relaciones de las que, finalmente se eximieron sólo EEUU e Israel.
Nunca otro país de estos lados tuvo antes una visión tan internacionalista. Cuba envió al exterior soldados, médicos, especialistas de otras profesiones, artistas, ayuda solidaria, principalmente entre 1960 y 1990. Nunca otro fue conocido por tantos símbolos y arquetipos, entre los que destaca Ernesto Guevara. “Lo internacional” fue una de las bases y características del proceso cubano.
Hoy, incluso, más allá de ésta u otra deserción, hay, en 60 países, 15 mil médicos cubanos, 2.300 oftalmólogos, 5 mil técnicos de salud, 15 mil técnicos en otras materias y unos 250 médicos están luchando contra el ébola en países del África. Sólo en Haití, y en 13 años, se calcula que los médicos cubanos han salvado la vida a 240 mil personas.
La solidaridad con Chile se expresó en la atención que prestaron a miles de los nuestros que vivieron su exilio allí. Antes, en el inicio de su proceso, unos jóvenes Raúl Castro y Vilma Espín, acompañados de Armando Hart, su ministro de Educación, trajeron ayuda para las víctimas del terremoto de 1960, en el gobierno de Jorge Alessandri. La FECH y jóvenes DC, PS y PC los recibieron en un acto en el Parque Bustamante. Hace 55 años.
No hay nada más diverso al aislamiento que la política exterior cubana.
Cuba, por ejemplo, tiene relaciones diplomáticas con 29 países de África; Chile, con seis.
Otra cosa es que EEUU impusiera a América Latina la salida de Cuba de la OEA y el corte de relaciones de casi todos nuestros países y que el mismo haya autoimpuesto la prohibición de relacionarse con Cuba a sus instituciones, a sus empresarios y a sus habitantes.
No es hoy que la economía cubana empieza a cambiar. Cuba está cambiando desde hace casi 15 años. Desde que su relación con el mundo del socialismo real (o comunismo real) se cayó para siempre, por la muerte de éste en 1990.
Se ha empezado a debilitar, progresivamente, la presencia económica del Estado; es normal que muchos servicios públicos y grandes empresas estén en manos de empresas mixtas (Estado y extranjeras) y que se abran posibilidades a las pequeñas empresas en una serie de áreas. Pero, más allá de que la calidad de vida es muy superior, el PGB no crece como en otros países del área, se avanza muy lentamente.
EEUU observa el cambio producido en Cuba (también por su bloqueo); analiza (mucho mejor que nosotros y que otros) que Cuba necesita, y lo requiere, inversiones cuantiosas (que no podrán venir de países comunistas europeos porque ya no existen) que no pueden venir de “un capitalismo cubano” que no existe hace rato (más de 60 años) ni de una banca internacional como la vigente ni de chequeras capitalistas internacionales actuales, que EEUU amañó y prohibió.
Ésa es la Cuba que los analistas de Washington estudian y en la que el círculo de Obama busca actuar. El entorno de Obama pesa, además, que al Presidente le quedan menos de tres años.
Hay que ser turnio para no darse cuenta que EEUU bloqueó a Cuba hace 52 años, no por “razones democráticas”. Todavía no había nada en Cuba que se pareciera a una “dictadura comunista”. EEUU jamás bloqueó a Batista, Papá Doc, Baby Doc, Trujillo, Somoza, Videla o Pinochet. Por el contrario.
El bloqueo se impuso en el principio porque en el principio se expropiaron todas las empresas extranjeras y se extirpó el débil capitalismo cubano. Se eliminó la Enmienda Platt (que autorizaba constitucionalmente a EEUU para intervenir en Cuba) y con ello el colonialismo. Se habían creado FFAA revolucionarias y cubanas. Se había independizado el país.
Por lo demás EEUU tiene excelentes relaciones económicas con China, que no ha cambiado un ápice su sistema comunista de gobierno y su partido único. Y su independencia.
EEUU tiene excelentes relaciones económicas con Vietnam, cuyo gobierno comunista ultimó, en el campo de batalla, a decenas de miles de soldados norteamericanos después del inicio del bloqueo a Cuba. Y que sigue siendo un gobierno independiente.
Y, a pesar de sus críticas y ofensivas contra Putin, EEUU mantiene sus relaciones diplomáticas con “la Rusia democrática”. No hay Guerra Fría, sólo algunos escalofríos.
Es verdad que recién hubo un intercambio de prisioneros entre EEUU y Cuba y el anuncio del reinicio de relaciones diplomáticas a nivel de embajadas, lo que evidentemente ha sido un triunfo político para los hermanos Castro y un triunfo económico para los que envían remesas en dólares desde EEUU a Cuba y sus familias, y para los que las reciben.
Desde ahora, entre otras cosas, se podrá fumar libremente “tabacos” cubanos en los EEUU. Antes estaban prohibidos. Cuba no renunció ni a su independencia ni a su sistema de gobierno ni a su constitución. Y trajo a la isla a los cinco funcionarios que envió a EEUU a infiltrar a la contrarrevolución armada.
Surge ahora en plenitud la tensión económica entre ambos.
Pueden llegar miles de turistas estadounidenses que estaban impedidos de ir a Cuba por su gobierno. El gobierno cubano, desde antes del anuncio, había abierto, además, planificadamente, un amplio abanico de apertura a la inversión extranjera desde la agricultura hasta el turismo, pasando por la minería e incluso la tecnología, y sólo excepcionando a los servicios de salud y a la educación, que siguen en manos del Estado.
¿Solicitarán empresarios norteamericanos invertir en Cuba? ¿Lo pedirán los ricos cubanos de Miami? ¿Qué planes tendrán ya canadienses, europeos, rusos y chinos? El Ministerio de RREE de Chile ha recordado a los exportadores chilenos de capital que Cuba es una oportunidad. ¿Lo han escuchado?
Será mucho mejor el mundo con relaciones entre EEUU y Cuba.
Más: serán, potencialmente, mucho mejores las condiciones de Cuba si se termina con el bloqueo.
Pero recuérdese que República Dominicana y Haití no están bloqueados hoy. Menos Puerto Rico. Que Centroamérica no está bloqueda desde casi siempre. Que los habitantes de la Amazonía, de las villas miserias, de las favelas, de los pueblos jóvenes, de las poblaciones pobres de Chile, los jóvenes y niños trabajadores de Bolivia, no están bloqueados por el gobierno de los EEUU.
Son otras razones, más estructurales que el mismo bloqueo, más profundas, las que los tiene viviendo parecido a como se vive en India, en Pakistán, en Bangladesh, en Irak, en Afganistán, en vastas zonas de África, en Haití y en Nepal, el país del hambre y de los monjes budistas.
¿Qué opinión tendrá el Tercer Hombre (o la primera mujer) que en 2018, así como van las cosas, será elegido (a) por el Consejo de Estado cubano como Presidente o Presidenta de Cuba? Habrá cambiado un capítulo de la historia, el más importante en la dirección del Estado y uno de los más importantes en la historia de América Latina. Y seguramente el Jefe de Estado en 2018 deberá recurrir, cada vez más, al apoyo de la ciudadanía cubana y al gobierno colectivo. No será ni O´Higgins ni Carrera, ni San Martín, ni Bolívar. Ni Fidel ni Raúl.
Surgirá con el apoyo de la Asamblea Nacional, electa por la ciudadanía, del Partido dirigente y de las FFAA pero no traerá la aureola del Moncada, de la sierra, del primer heroísmo, de las guerras de África, de la construcción de lo bueno que hay, y tendrá que batirse en primer término con su situación económica, y la nueva situación mundial y hemisférica.
No les demos recetas. Ellos se han puesto, en años recientes, mucho más arriba en la historia. Ellos han cumplido con el respeto a la inmensa mayoría de los derechos humanos mucho más profunda y extensamente que nosotros en los últimos 50 años.
En 1963 viajé por primera vez a Cuba, en una delegación que integraba Pepe Nagel, presidente de la FECH y demócrata cristiano; el padre del asesinado dirigente comunista, Manuel Guerrero, también comunista; Sergio Barría, socialista; Elmo Catalán, socialista; la viuda de Fonseca, comunista, y Salomón Corbalán, histórico dirigente socialista. Hace 51 años.
Me conmovió profundamente la revolución. Era concreta, era joven, el mundo cambiaba en corto tiempo. Quedé enamorado, con razón, de ella. Volví varias veces. Vi sus cambios, sus matices, su gente. Hay allí amigos cubanos que han sido importantísimos también para los cubanos y su progreso.
Viví en Cuba los que creo fueron sus mejores años, exiliado entre 1978 y 1984. Mi familia, un poco más. Volví a Cuba, en misión oficial chilena, en 1991, cuando se restablecieron las relaciones diplomáticas a nivel de embajadas.
El mundo ha cambiado. Nosotros y Cuba también. Mi sueño es que, con todos los cambios que ya se han producido y los que ahora se producirán, los cubanos no dejen de pensar y sentir, en Cuba, en la herencia política, social y cultural, musical, artística, que han recibido. En los del siglo XIX, en logros de la revolución en especial entre 1960 y 1990; en Carlos Manuel de Céspedes, en Martí, en Camilo y el Ché, Fidel y Raúl; Carpentier, Lezama y Guillén; Lecuona, Beny Moré, Bola de Nieve, Pérez Prado, José Antonio Méndez, Silvio Rodríguez, Alicia Alonso y Omara Portuondo, Máximo Repilado Muñoz (Compay Segundo) y Pablo Milanés. Y en pintores como René Portocarrero y Wilfredo Lam.
Si así lo hacen le harán un gran bien, nuevamente, a toda América Latina.