“Si quieres hacer la paz con tu enemigo, tienes que trabajar con él. Entonces se convierte en tu compañero”. Nelson Mandela
Tras 18 meses de mediación secreta, conducida por la Santa Sede y el gobierno de Canadá, Cuba y Estados Unidos anunciaron la reanudación de sus relaciones diplomáticas, intercambiode prisioneros (Cuba liberaría a 53 dirigentes presos) y otras medidas. Altos funcionarios norteamericanosvisitarán la isla para iniciar los aprestos previos a la reanudación de relaciones.Se ha pasado así de una larga y aguda confrontación a una fase de colaboración.
Este resultado — impensable hasta hace muy poco – es fruto de una metodología virtuosa de resolución de conflictos, la mediación, que ofrece sus principios, técnicas y espacios para alcanzar el entendimiento y la paz entre partes agudamente confrontadas.La mediación, junto con la negociación, son los únicos medios efectivos de resolución de conflictos, sobre la base de acuerdos,que son sustentables porque contemplan los intereses de todas las partes involucradas.
La mediación permite que ambas partes ganen, lo que resulta muy diferente del juego suma cero al que llevan la fuerza o el litigio, esquemas en que la “solución” solamente satisface los intereses de la parte vencedora, sin contemplar interés alguno de la perdedora. Por ello, estas soluciones no son sustentables y tarde o temprano rebrotará el conflicto.
Bien lo sabemos los chilenos que, aunque obtuvimos una sentencia arbitral favorable de la Reina de Inglaterra, en el conflicto con Argentina relativo a tres islas australes, estuvimos al borde de una guerra, peligro solamente superado tras la mediación papal que culminó en el Tratado de Paz y Amistad de 1984.
La mediación es un proceso voluntario de negociación,asistida por uno o más mediadores. Así como nadie puede ser obligado a negociar, nadie puede ser forzado a participar en mediación. Otros principios esenciales son la igualdad o equilibrio de poder entre las partes, que debe ser buscada por el mediador ; la inmediación o contacto directo entre las partes y la confidencialidad sobre el contenido de las tratativas, especialmente importante en la mediación internacional, para ir generando confianza entre las partes en un contexto libre de presiones.
Como en la mediación EE.UU-Cuba, la confidencialidad se extendió incluso a la existencia del proceso, poco sabemos del mismo. Sin embargo, podemos conjeturar su carácter difícil, lleno de altibajos, y en el cual, probablemente la participación activa de los Estados Mediadores, imparciales y dotados de reconocida legitimidad para ambas partes, tiene que haber sido crucial para destrabarlo y superar los momentos más complejos, cercanos al fracaso de las tratativas.
Parece evidente la participación de equipos multidisciplinarios de mediadores del Vaticano y gobierno de Canadá, constituidos probablemente por politólogos, economistas, sociólogos, internacionalistas, abogados, psicólogos sociales y otros profesionales con muchas horas de experiencia mediadora en diversos conflictos. También es dable suponer la actuación de avezados negociadores con gran experiencia en este tipo de tratativas, de parte de Cuba y EE.UU.
La confidencialidad sobre el proceso mismo de mediación, aparece como crucial para el éxito logrado. Apelando a las categorías dicotómicas de “halcones” y “palomas”, tan usadas en EE.UU. durante la guerra de VietNam, es evidente que el secreto impidió la oposición activa a las negociaciones de los “halcones” de ambos países.
Por cierto, no es lo mismo negociar en el contexto tranquilo en que se hizo, que haberlo tenido que hacer en medio de debates por la prensa, movilizaciones y manifestaciones a favor o en contra del proceso negociador.
La estrategia negociadora caló en el pueblo norteamericano. Según la Encuesta NBC-Washington Post, 67% de los estadounidenses apoyó los anuncios del Presidente Obama, incluida la mayoría de los republicanos y el 88% de los jóvenes cubano-americanos.
En el diseño del proceso de mediación hay un mérito evidente de los mediadores, de los gobiernos y especialmente de sus máximos conductores, Barak Obama y Raúl Castro, quienes con audacia impulsaron un proceso, cuyos resultados nadie podría prever.
Debemos presumir la virtud que debe haber tenido la inmediación de las partes en múltiples contactos a distancia y personales en quizás cuántas sesiones de mediación. El contacto puede modificar mutuas percepciones negativas de las partes y contribuir al descubrimiento de intereses compartidos. Así, lo ha establecido la psicología social y la historia.
Esta última ofrece numerosos ejemplos que demuestran como miembros de grupos confrontados radicalmente, percibidos mutuamente como enemigos por muchos años, han pasado a colaborar, descubriendo sus intereses comunes, gracias al contacto. La transición a la democracia y el fin del apartheid en Sudáfrica brindan muchos ejemplos del efecto virtuoso de los contactos entre grupos confrontados.
Es indudable que estos contactos personales son los que permitieron la modificación, o al menos atenuación, de las percepciones mutuamente negativas entre las partes, para avanzar en el descubrimiento de intereses compartidos entre ambos pueblos y gobiernos.
Finalmente, hay que ser optimistarespecto de mediaciones de otros conflictos internacionales o internos. Existen numerosos gobiernos, personas y entidades internacionales, públicas o privadas, que cuentan con la experiencia y conocimiento para actuar como facilitadores y mediadores en medio de radicales conflictos.