Recién se ha cumplido un cuarto de siglo del fenómeno “La Caída del Muro” y habrá más tiempo para seguir analizando lo que pasó y el porqué pasó.
Digamos que, para Occidente, “La Caída del Muro” simboliza, además, la caída del comunismo real, la URSS, el CAME y la Internacional Comunista, aunque queden en pie y bastante transformados Vietnam, Corea del Norte y Cuba, y por cierto China, que no perteneció a las alianzas nombradas.
Lo primero que me atrevo a decir es que El Muro, que dividió Berlín, fue un recurso factual y simbólico de la división occidental entre el llamado Sistema Socialista Mundial (lo que llamo comunismo real) y el mundo occidental capitaneado desde fines de la Segunda Guerra Mundial por los EEUU, al mando militar, económico y comunicacional del capitalismo actual.
Y su caída se produjo, en primer lugar, por la renuncia del gobierno de Gorbachov y su gente a continuar con la URSS. Es Gorbachov –para todos los observadores serios y líderes de la época- quien pulveriza los cimientos del Muro construido por los comunistas alemanes en el poder de la RDA, que se cae con la inercia de Honecker y los pocos y heroicos empeñones históricos de los ciudadanos del Este.
Los jefes de Alemania Federal, de la época, han sido muy explícitos al respecto, y la visita de Gorbachov a Berlín para celebrar los 25 años con críticas a Occidente también lo ha sido.
Sobre el fin de la URSS y el comunismo real en Rusia se ha escrito mucho y con razón. El fenómeno abrió una nueva época en el pensamiento humano (en las elites, que se vieron disputadas por poderes plurales) y una época, ya antigua y repetida, de hegemonía de un solo imperialismo planetario, que sigue ejerciéndose en la economía y las comunicaciones, en la ausencia de justicia internacional y en las bombas y ácidos caídos, con menos problemas, en la ex Yugoeslavia, Libia, Siria, Irán, Afganistán, algunos países de África y otros lugares del planeta. Se ha terminado “la guerra fría” y se ha iniciado “el fin de la historia”: todo se desarrollará dentro del capitalismo, al costo que sea necesario.
Hay que volver a la pregunta básica en el tema del Muro, ¿por qué se desplomó la URSS?
Tal vez porque no hubo nacimiento y desarrollo del capital financiero (estatal). La URSS tuvo un acelerado desarrollo industrial, y se transformó en gran potencia, pero no alcanzó el desarrollo del capitalismo financiero, el que sí se desarrolló aún más en el capitalismo “privado”, con la necesidad tecnológica que el implica. Eso le impidió competir, en determinado momento del desarrollo, con el capital financiero capitalista, que expandió más que nunca en la historia el progreso tecnológico, militar y comunicacional, del que Rusia se fue quedando marginada.
Otra mirada es la que establece que las medidas tomadas por la dirección soviética y sus diversas aplicaciones, muchas de ellas poco originales, fueron “ultraizquierdistas”; trataron al conjunto de los funcionarios estatales (todos los dependientes del Estado, que pasaron ser la inmensa mayoría de los trabajadores) con un igualitarismo en los ingresos y en los servicios, que impidió la mantención de las diferenciaciones de clases previstas por Marx para el socialismo, desterrando la iniciativa privada pequeño burguesa y llegando a suprimir los incentivos materiales (como en el caso extremo del Ministro Ernesto Che Guevara en Cuba).
Gastaron, además, recursos incontables y de todo tipo en el “internacionalismo proletario” y lo que llamaron solidaridad (sin reciprocidad económica alguna) en Europa Oriental, Asia (Corea, Vietnam), África (Angola, Mozambique, Guinea) y América (Cuba).
También debe ser considerado el interés de la nueva clase dominante (la burocracia, “la nomenklatura”) lo que la llevó a apropiarse “privadamente” del poder y a refundar las antiguas oligarquías, empobreciendo relativamente a profesionales y trabajadores de la ciudad y el campo y recreando la marginalidad.
Los recursos reales de la URSS parece que, además, hacían imposible continuar la carrera armamentista y espacial con EEUU y el conjunto del capitalismo occidental, sin considerar, además, que China era también un adversario de la URSS y el CAME en todos los terrenos.
Esas razones, mezcladas, además del centralismo y el aislamiento que todo poder dictatorial supone con el tiempo, llevaron al colapso, un colapso del que, por primera vez en la historia, pueden sobrevivir indemnes, e incluso aumentar su riqueza e influencia, fracciones de los grupos y personajes de gobierno (oligarcas rusos de hoy son poseedores de grandes riquezas en Europa Occidental).
En este sentido, el “colapso comunista” tiene características muy distintas a las del “colapso nazi fascista”, que no pudo ni siquiera impedir la prohibición de la propaganda del caído e incluso su funcionamiento como organización política. En Rusia hay Partido Comunista, y es importante.En la RDA hay “La Izquierda”. En Alemania no hay Partido Nazi con representación en las esferas del Estado. No hay tampoco Partido Fascista en Italia o España.
El “fin del comunismo real” o su crisis terminal no puede adjudicarse ni a una derrota militar estratégica (como el fin del nazismo o del fascismo italiano) ni a una derrota política estratégica provocada por los sectores mayoritarios de la sociedad.
Ningún Papa derrocó al comunismo en Europa Oriental. “Las mujeres de blanco” en Cuba no son la razón del porqué se están produciendo importantes cambios en Cuba. Cuesta entenderlo pero en los 55 años en el poder de los comunistas en Cuba no ha habido ni una paralización general del trabajo, ninguna sublevación que se precie de tal, ni hay un movimiento opositor que se plantee abierta o clandestinamente y crezca nacionalmente a pesar de todos los apoyos que desde el exterior ser entregan.
Resulta poco convincente, poco serio, argumentar acerca del pacifismo del pueblo cubano o a la represión y la coerción existentes. Decir que no se sublevan porque si lo hacen pueden ser reprimidos es ofender la memoria de los que con su entrega, su valor y sus vidas echaron abajo o fueron decisivos en otros procesos históricos, como el de Yugoeslavia, Argentina, Uruguay, Nicaragua y Chile en contra de regímenes neofascistas.
Sinceros “especialistas” citados por El Mercurio el 11 de noviembre coinciden en que la Caída del Muro tuvo como principal consecuencia “la apertura del mercado mundial”. Los señores Rolf Lüders, Cristián Larroulet y Mauricio Rojas dan así una explicación economicista al fenómeno visto por otros como el del fin de los socialismos reales y “el triunfo de la libertad” o la asunción de un nuevo paradigma global en el mundo.
Y en gran medida esos especialistas tienen razón: la caída de la URSS, del Muro de Berlín y del Sistema Socialista Mundial terminó con “el libre comercio” entre los Estados miembros del CAME, ya que incluso terminó con esos Estados, y abrió paso al más grande triunfo del capitalismo en el último tiempo: la caída de las fronteras levantadas para su comercio y la apertura del comercio mundial, con las solas excepciones que los EEUU han mantenido, como el bloqueo a Cuba.
No todos los muros, sin embargo, han sido derribados. Desde 1994 en adelante EEUU levantó un muro más extenso y vigilado que el de Berlín con México. Los muros sobreviven y se hacen fuertes en la frontera de EEUU con Tijuana y San Diego y también con Arizona, Nuevo México y Texas. Allí cada año mueren más personas que las caídas en la historia del Muro de Berlín. Y siguen muriendo a los ojos de los que sólo celebran la caída del Muro de Berlín.
Hay también muros, como el de Berlín, entre Arabia Saudita e Irak, entre Israel y las zonas palestinas, entre India y Pakistán, entre España y Marruecos, entre Marruecos y el Sahara Occidental, y se busca construir uno entre México y Guatemala.
En la medida en que la caída del Muro de Berlín, posibilita el reinicio del viejo sueño del socialismo en libertad, con participación real de la ciudadanía en las toma de decisiones y la existencia de nuevos Estados de derecho (cuya raíz está incluso en los principios de la Revolución Francesa), avivemos y celebremos la caída.
En la medida en que la Caída del Muro es propagandizada, vista y sentida como el fin de los sueños de reemplazo del capitalismo y el mantenimiento del actual sistema de dominación planetaria, no será más que una gran fiesta mundial de la reacción.
Acerca de los interrogantes actuales vale la pena considerar lo dicho recién en Berlín por el ex Presidente de Alemania (hasta 2010), Horst Köhler, conmemorando la Caída del Muro, “hace 20 años muchos creyeron que el mundo se convertiría automáticamente en un gigantesco Occidente. Eso era ingenuo”. Kohler nació en Polonia y es un alto dirigente de la CDU y de la derecha alemana hoy en el gobierno. Antes encabezó el FMI.