Esa frase dicha en plena calle Ahumada refleja el sentir de todo el continente americano, excepto aquellos que aún creen en la superioridad majestuosa de una divinidad inexistente basada en la ignorancia de los ciudadanos.
Las razones para “abdicar” por parte de Juan Carlos, definido como Rey de España por una Constitución no consensuada, son en extremo insulsas y falaces.
Por una parte, que es necesario una renovación más juvenil-a los 45 años de Felipe-lo que conlleva energía y pensamiento de cambio a esta sociedad.Si se une a la visión monárquica del “Partido Popular”, que plantea la necesidad de estabilidad que proporciona el reinado, creer en la lógica argumentada, racional, se esfuma de inmediato debido a la inconsistencia evidente de estos supuestos fundamentos.
Las razones son otras, ocultadas por los Medios y por el Presidente Rajoy: el declive enorme de la imagen de estos personajes reales involucrados en robos, malversación de fondos públicos, agravados por un rey que asesina elefantes utilizando el erario nacional mientras cerca de 500.000 familias son expulsadas de sus casas por los bancos, amparados por la realeza bancaria.
La otra causal es que se prefiere ahora efectuar esta delegación autoritaria, antes que la percepción negativa alcance niveles incontrolables; ello parece aún posible dado que la derecha española todavía posee mayoría en la Cámara y puede habilitar una ley para que el príncipe y sus familiares puedan continuar en el cargo…usufructuando a costa de los contribuyentes.
Sin embargo, la gente ya sale espontáneamente a las calles para evitar otro agravio a la nacionalidad. Lo fundamental es que, si la monarquía cae, así como intentaron las “revoluciones en primavera”, en numerosas naciones de Europa sabrán que dichas formas atrasadas simplemente son un reflejo de una mentalidad que hace disminuir la inteligencia del siglo XXI.
Ello conducirá a una contradicción inevitable: sectores que intentarán amparar estas formas arcaicas en conjunto con políticas austericidas mientras organizaciones progresistas propondrán volver a la República como un avance hacia las reales democracias.
Dejar el cargo a otro sin elecciones, sin consulta al pueblo, dándole un mandato que no emana de la ciudadanía, no sólo es peligroso sino que lesiona el derecho de la persona a poseer la facultad de elegir su propio destino, incluso equivocado.
Asimismo demuestran que la histeria por mencionar un nombre opcionado, quien debe someterse a procesos donde el sufragio es la clave, sin escandalizarse de esto que ocurre en España, demuestra los niveles de hipocresía social que todavía persisten en sociedades controladas.
El mundo avanza y la equicracia se perfila como la gran alternativa de transformación.