La gente me pregunta que de dónde soy y yo les digo que soy chileno. Nací aquí en Santiago y toda mi familia es chilena. Por ende, legalmente soy chileno. Sin embargo, casi todos los días siento que no pertenezco a Chile ni me identifico con la mayoría de las costumbres y maneras de pensar de mi país de nacimiento.
A pesar de que solo viví seis años en Caracas, tiempo que ni siquiera se acerca a la mitad de mis años, me siento muy perteneciente a ese país y a su gente. Y por lo mismo me tomaré la libertad de dar una opinión, no desde un punto político sino desde mi experiencia como estudiante en Venezuela durante los años 2004 al 2010.
Me parece muy poco serio que estudiantes y políticos chilenos opinen sobre la realidad venezolana sin conocerla ni haberla experimentado. Así es muy fácil opinar, sobre todo porque la vida en Santiago es muy distinta a la vida en Caracas.
Empezando por el tema de la seguridad. No entraré en cifras, porque al final da igual.Todos los venezolanos conocen y han experimentado la inseguridad: robos a mano armada en la calle, en los buses, secuestros a plena luz del día, etc. Hace varias semanas se conoció a nivel internacional la muerte de Mónica Spears, pero como ella hay muchas víctimas más, todos los días.
Este problema de la inseguridad no viene del tiempo de Chávez, pero en vez de mejorar durante la revolución bolivariana ha seguido empeorando y de manera considerable. Si la gente está tan bien porque supuestamente tiene salud gratis, estudios gratis y alimentación de primera a bajos precios, entonces ¿por qué se matan por robar un smartphone, un par de zapatos de marca o un auto?
Puedo decir por experiencia que conocí a personas que apoyaron a Chávez. Ellos y sus familias se vieron beneficiados por las políticas sociales que él implementó. Gente de esfuerzo que trabajó para salir de la pobreza. El problema es que todavía no salen de ahí.
Yo creo que si los chilenos que tanto hablan en contra de los estudiantes vivieran unos meses en un barrio de Venezuela o incluso en un sector acomodado de Caracas, pensarían dos veces antes de opinar de nuevo.
Cuando vivas con la constante paranoia de que te maten, cuando te demores horas en transportarte por la ciudad en auto o transporte público porque el sistema está superado por la demanda y colapsado, cuando no encuentres lo que necesitas comprar en el supermercado y los precios suban a cada rato, entre muchos otros problemas diarios, ahí opina tranquilo.
Yo lo viví por eso lo digo con propiedad. Y también reconozco que estuve en una situación privilegiada porque tenía los medios para vivir tranquilo económicamente. Aún así me llegaron todos estos problemas. Aquí en Chile la gente se queja y protesta por mucho menos, cosa que me parece muy bien.
En el fondo pienso que los venezolanos están cansados de la política y de ser encasillados como chavistas o escuálidos. Quizás unos se han acostumbrado a esta realidad y les parece aceptable.
Hay otros que ahora están cansados y salen a las calles. Quizás algunos tienen miedo de perder lo que se les ha dado porque antes no tenían nada. Tal parece que todavía hay muchos que se dejan llevar por la división en vez de buscar el encuentro.
Estoy seguro que existen varios puntos en común pero mientras de lado y lado no se reconozcan, entonces seguiremos teniendo una Venezuela dividida.