Al finalizar el año, diez naciones latinoamericanas podrían estar en manos de gobiernos de izquierda en sus distintas modalidades.
En los próximos 365 días habrá siete elecciones presidenciales en la Región (El Salvador, Costa Rica, Panamá, Colombia, Uruguay, Brasil y Bolivia) y es previsible que en cinco de ellas ganen fuerzas de izquierda, aliadas o no con otros sectores políticos.
Tiene chance el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, donde con mucha seguridad se espera que vaya a la re/elección la actual jefa de Estado y ex guerrillera, Dilma Rousseff.
Es altamente probable que Tabaré Vasquez, el ex Mandatario de Uruguay, supla a José Mujica (Tupamaros), liderando de nueva cuenta al Frente Amplio (FA).
En Bolivia, el líder indígena Evo Morales podría ser re/electo encabezando la postulación del Movimiento al Socialismo (MAS). José María Villalta, candidato del Frente Amplio (FA) está bastante sólido en los sondeos y podría ganar la presidencial en Costa Rica.
Casi todo el mundo da como ganador en El Salvador a Salvador Sánchez Cerén, antiguo jefe guerrillero, actual Vicepresidente del país centroamericano, quien es postulado por el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN).
Si eso ocurre, esas administraciones se sumarán a Venezuela, Cuba, Ecuador, Argentina, Nicaragua y Chile, donde gobiernan conglomerados o partidos de izquierda, socialistas, de centro/izquierda, varios de ellos con componentes de fuerzas sociales.
Salvo los casos de Cuba (con un sistema socialista instalado) y Venezuela (con un régimen bolivariano de profundas transformaciones), las otras administraciones conviven o convivirán con modelos de desarrollo no desligados de esquemas capitalistas e institucionalidades democráticas formales, más avanzadas unas que otras (casos de Bolivia y Ecuador) e incluso con perfiles autoritarios como es el caso chileno.
Una de las características de varias de estas candidaturas y gobiernos, es que no sólo está representada la izquierda, sino que concurren alianzas con partidos o corrientes socialcristianas o democristianas y socialdemócratas, y logran acuerdos antiguos grupos guerrilleros, partidos comunistas y socialistas, otras tendencias del sector y representaciones indígenas y sindicales.
El que diez países de América Latina tengan administraciones de izquierda, implicará, entre otras cosas, el fortalecimiento de proyectos regionales como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), contrapunto a las instancias promovidas por Estados Unidos y gobiernos de derecha como los de Colombia y México (el de Chile ya va de salida).
En los casos de las elecciones en El Salvador y Uruguay, no es menor que las coaliciones de la izquierda estén lideradas por antiguas agrupaciones guerrilleras, como son el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) y el Movimiento de Liberación Nacional, Tupamaros (MLN-T), respectivamente.
En el proceso uruguayo, conviven socialistas, comunistas y democristianos. En Bolivia, y de acuerdo a una resolución del Tribunal Constitucional, Evo Morales, con una política indígena y de reforzamiento del Estado plurinacional, buscará el triunfo estableciendo alianzas variopintas con distintos partidos.
José María Villalta en Costa Rica, reúne a diversidad de colectividades de izquierda y de centro e incluso a segmentos de antiguos guerrilleros. El PT de Brasil, aliado con varios partidos de izquierda y socialdemócratas, y con dirigentes que formaron parte de movimientos armados incluso en otros países, busca seguir en el gobierno para darle continuidad a proyectos de cambio que vienen de la época de Luiz Inacio “Lula” Da Silva.
Hasta la fecha, ninguno de los partidos de derecha o liberales de esos países, logran levantar candidaturas que pudiera indicar que las cosas irán por otro lado.
Donde la derecha está bien instalada o tiene las mejores opciones de ganar las presidenciales es Colombia (re/elección de José Manuel Santos) y Panamá, con la alianza conservadora El Pueblo Primero. Gobiernos que actualmente arman un arco de derecha con México (con un PRI movido hacia ese lado de la geometría política), Guatemala, Honduras y Paraguay (estos dos países con procesos golpistas de por medio) y la Casa Blanca.
En todo caso, en Colombia el Polo Democrático y la Unión Patriótica, presentarán candidaturas presidenciales, lo mismo que el tradicional Partido Revolucionario Democrático en Panamá.
Dilma Rousseff enfrentará al candidato del Partido de la Socialdemocracia Brasilera y al Partido Socialista. En Uruguay se está a la espera de lo que vayan afinando los partidos Colorado y Nacional. Morales tendrá al frente a postulantes del Movimiento Demócrata Social y del Movimiento Sin Miedo, ambos de corte derechista.
También todos esos gobiernos encuentran reticencias y oposiciones de sectores “más a la izquierda”, donde la crítica principal es que no se está desmontando el sistema neoliberal ni las institucionalidades conservadoras. Los cuestionamientos llegan al punto que partidos e intelectuales no consideran “de izquierda” a varias de las candidaturas y sus posibles administraciones, empezando por Michelle Bachelet en Chile.
Como sea, es claro que la correlación de fuerzas durante el 2014 parece presentarse favorable a las posiciones progresistas, de centro y de izquierda, en torno de las cuales, en efecto, hay inquietudes y dudas, pero también considerables apoyos y confianzas.