Son varios los países en Asia que hoy ocupan posiciones de vanguardia en cuanto al elevado monto de dinero que destinan en sus presupuestos de defensa, aprovechando para ello el buen momento por el cual atraviesan sus economías. Pero ello no necesariamente está garantizando una paz y estabilidad duradera, pues frecuentemente se están produciendo hechos que no contribuyen a ello en una zona geográfica que es vital para Chile.
Es verdad, la importante inversión que se está materializando hoy en Asia para más y mejores aviones, buques, tanques y tecnología de punta, se produce en momentos que nos maravillamos y tomamos nota del acelerado crecimiento que ha traído consigo la era del Pacífico.
Ciertamente, el desarrollo y la internacionalización de las economías en Asia está produciendo un mayor bienestar para sus poblaciones en instancias que se conforma una nueva arquitectura en la región, con Washington, D.C. actuando con particular energía en el cumplimiento de metas concretas que surgen de la Administración Obama, incluyendo por cierto el fin de la negociación para un acuerdo comercial llamado a ser de última generación, como por medio del despliegue de personal y material en terreno o de ejercicios permanentes con “amigos y aliados” tales como Australia, Corea del Sur, Filipinas, Singapur y Tailandia, entre otros, sobre la base de la implementación de una estrategia multisectorial denominada pivote asiático.
Mientras, la República Popular China emerge con decisión, mostrando convicción y musculatura, apuntando a ocupar responsablemente espacios de influencia que le son propios a cualquier país que es una potencia nuclear, económica y política como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
En aquella ecuación se encuentra no solo la internacionalización del Renmbinbí y un plan comprensivo para actualizar el sistema financiero chino, sino que también la sostenida inversión en materia de conectividad, educación y energía, como asimismo en el campo de las relaciones internacionales, una mayor aproximación económica/comercial al bloque de naciones del sudeste asiático ASEAN, el reforzamiento de lazos Pakistán como con los países que conforman la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), en especial la Federación Rusa, y la generación de nuevos campos de interacción con socios estratégicos en África y América Latina, entre otros elementos.
Ahora bien, la búsqueda de un mayor poder militar, el incremento sustancial de los presupuestos de defensa y el despliegue de fuerzas no comienza ni termina en Asia centrado exclusivamente en lo que hacen los Estados Unidos o la República Popular China.
En las últimas semanas hemos visto a India anunciando la pronta puesta en operación de su primer submarino nuclear construido íntegramente en astilleros de ese país, el INS Arihant, provisto de componentes que le permitirán lanzar misiles balísticos, y ha presentado su primer portaaviones, el INS Vikrant, uniéndose así a un puñado de naciones capaces de diseñar y desarrollar este tipo de buques de gran calado. La renovación de la flota aérea india también es motivo de interés para muchos proveedores.
Asimismo, el mismo día que se conmemoraba un nuevo aniversario de la tragedia humana que trajo consigo la bomba nuclear que cayó en 1945 sobre la ciudad de Hiroshima, Japón presentó el destructor portahelicópteros Izumo, el buque mas grande que se incorpora a la marina nipona desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Por cierto, las primeras fotografías que sugieren ser parte importante de lo que puede llegar a ser el primer portaaviones chino construido localmente en astilleros emplazados en la isla de Changxing, han sido editadas por un reconocido medio internacional especializado en asuntos estratégicos.
De ser efectivas las imágenes, se trataría de una plataforma de superficie de tremendo significado para la República Popular China, considerando que actualmente oficiales y gente de mar de su Armada se entrena a bordo del portaaviones Liaoning, ex Varyag de la anterior Unión Soviética, operativo en el 2012 tras años de mejoras y la integración de equipos en la ciudad-puerto de Dalián.
A las importantes inversiones que se han materializado en el último tiempo para reemplazar o renovar unidades de tierra, aire y mar de todas las fuerzas armadas de países en Asia, con nuevos submarinos para Vietnam, aviones de combate/entrenamiento para Indonesia y Malasia, buques para Filipinas, entre otros ejemplos de plataformas, y el desarrollo de nuevas tecnologías y capacidades, en especial aquellas referidas al mundo virtual y la irrupción de comunicaciones que se despliegan en tal espacio de interacción, también se hace presente el desarrollo de cohetes, satélites y misiles.
Cómo no dejar de mencionar la concreción de ejercicios conjuntos o del despliegue de unidades que no pasan desapercibidas en una región que no ha logrado superar del todo hechos nefastos que se produjeron antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
Ello se hace particularmente real al momento de identificar el porqué de la disputa territorial que tiene a China y Japón literalmente enfrentados por la soberanía de las islas Senkaku/Diaoyu, lo cual en nada contribuye a generar un clima de confianza y entendimiento, particularmente en un escenario de mayor militarismo y nacionalismos.
Resulta lógico agregar a lo anterior las complejidades que están marcando la relación entre la República Popular China con países del sudeste asiático.
Varias naciones de aquella zona notan con preocupación cómo Beijing y sus fuerzas gradualmente amplían su cobertura sobre áreas cuya soberanía ellos también disputan como propias.
Filipinas y Vietnam son quienes expresan con mayor fuerza su descontento y frustración, particularmente empleando al mecanismo ASEAN para reafirmar, junto a Brunei, Darussalam y Malasia, sus posiciones frente a China.
Hay que destacar la voluntad de todas las partes por sostener diálogos de alto nivel orientados a evitar un escalamiento de tensiones y llegar a consensos que reducen posibilidades de interpretaciones erróneas. Ello es particularmente importante, al estar a la vuelta de la esquina la puesta en operación de la comunidad ASEAN, en el 2015, con todo lo que ello traerá consigo en diversas áreas y materias de cooperación e interacción regional.
El 2014 no solo verá a Chile participando nuevamente en los ejercicios navales de mayor trascendencia y comprensividad regional, me refiero a RIMPAC, con la presencia por primera vez de la República Popular China, sino que ese año marcará 20 años desde nuestro ingreso formal al proceso de interacción económica más importante de la región, APEC.
Dos potentes razones por las cuales no podemos cesar en un seguimiento prolijo y certero en materias como aquellas enunciadas en el presente artículo, muchas de las cuales están en constante evolución y de seguro influirán sobre lo que será el escenario en el cual Chile se desenvolverá en Asia , más allá de lo netamente comercial.