El ex organizador comunitario, protector de los derechos civiles de los pobres de Chicago, Barack Hussein Obama, dice a los cuatro vientos que, frente a la polémica del espionaje del gobierno de Estados Unidos a millones de usuarios de Google, Yahoo o Facebook, no se puede tener cien por ciento de seguridad y cien por ciento de privacidad.
Pero quien pierde en esta ecuación retórica es la privacidad. Sobrepasando ampliamente a su predecesor George W. Bush, Obama -premio Nobel de la Paz 2008- ha firmado de su puño y letra más de 280 órdenes de ataques de drones solo en Pakistán, órdenes que se han transformado en ejecuciones extrajudiciales y extraterritoriales de sospechosos de terrorismo, provocando la muerte de entre 1,400 y 2,600 personas, entre ellos de 400 a 800 civiles inocentes que incluyen más de 170 niños (todas cifras que dependen de las fuentes, pero nunca sabremos cuántos realmente) alcanzados por las ondas expansivas de bombas lanzadas por los aviones a control remoto.
Quien pierde en esta ecuación es el derecho internacional, el derecho al debido proceso, el derecho a la vida y la soberanía de terceras naciones.
El ex estudiante de leyes de Harvard, brillante primer editor afro-estadounidense de la revista de su facultad de derecho, avala a una Presidencia que acepta haber interceptado decenas de líneas telefónicas de los periodistas de Associated Press, sin orden judicial alguna, para identificar las fuentes de filtraciones de denuncias contra actuaciones de la inteligencia de Estados Unidos en otras naciones.
Quien pierde en esta ecuación es el derecho universal de los periodistas a proteger sus fuentes.
¿Quién es Obama? O más allá de eso, ¿quién es Obama cuando está de pie frente a frente a Obama ante el espejo de su propia historia?
¿Qué pasa por sus mentes? ¿Quién repudia a quien? ¿Quién es el héroe, quien el traidor a sus propios principios?
¿El Obama que ha dado continuidad a la mayoría de las polémicas políticas de seguridad y militarismo de George W. Bush, o el que emocionaba en su doloroso tránsito de hijo sin padre (progenitor perdido en la Kenia de sus ilusiones frustradas) en su diario de vida pre-presidencial, publicado masivamente para conmovernos a todos, a la opinión pública que lo ungiría años después como el elegido contra la segregación política de este país?
¿Quién es Obama? O lo más importante, ¿se cuestiona a sí mismo el propio Obama?
Y la pregunta que quema, ¿cuál fue el Obama elegido en 2008? ¿Es éste que aparece sonriente y relajado con la broma sutil a flor de labios, en la última cena con los corresponsales extranjeros, mientras su administración infiltraba clandestinamente sus teléfonos?
¿Es el Obama que duerme tranquilo cada noche cuando ya han pasado más de cinco años desde su promesa de cerrar la cárcel de Guantánamo, sabiendo que Naciones Unidas, grupos de defensa de derechos humanos y la Cruz Roja vienen advirtiendo sobre las prácticas de tortura que se ejercen sistemáticamente, en retenciones de más de una década sin juicio, sin derecho a la defensa confidencial?
¿Cómo Obama puede aceptar lo que Obama hace, así, sin resquemor que le quiebre el alma?
¿Qué imagen vemos en la pantalla cuando buscamos tus ojos, querido Barack, o es solo una ilusión holográfica de nuestros propios anhelos impúberes, ingenuos, demasiado éticos para el realpolitik de los orgullosos del imperio?
El actual presidente estadounidense ha deportado a más inmigrantes indocumentados que George W. Bush, pero un poco antes de las elecciones concede una amnistía temporal a los hijos de esos mismos emigrantes.¿Quién es Obama, entonces?
El actual presidente estadounidense amplía las posibilidades de viaje a los cubano-estadounidenses, permite el envío libre de remesas a la isla, pero incluye nuevamente a Cuba en los países que apoyan al terrorismo.
Al mismo tiempo, avala y apoya las conversaciones de paz del gobierno colombiano con las FARC, que toman lugar justamente en Cuba…
Entonces, ¿quién es Obama? ¿Quién habla a través de Obama? ¿Quién sufre a través de Obama? ¿Quién ha quedado bajo esa piel morena, curtida tras años anónimos de compromiso con la humanidad pobre de barrios abandonados?
Obama es fruto de una evolución dolorosísima de lucha por los derechos civiles de los afro-estadounidenses, y él mismo luchó por años por las minorías sub-representadas de este país.
Pero al mismo tiempo, ya en el poder máximo, no ha limitado en lo más mínimo todas las herramientas que la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) pone en práctica sin autorización de ninguna Corte para espiar las comunicaciones de los estadounidenses con ciudadanos de otros países, o cualquier grupo poblacional fuera de las fronteras.
Es tan grande el escándalo, tan amplio el poder de espionaje del gobierno a sus ciudadanos, que el pueblo estadounidense aparece noqueado, confundido, sin capacidad de sacudirse de estas aberraciones que surgen de la institucionalidad.
Entonces, ¿quién es Obama? ¿El padre de familia que ve Bob Esponja con sus hijas allí en el interior tibio de la Casa Blanca, o el que ordena violar las fronteras pakistaníes para matar al monstruo de Bin Laden?
¿El que mantiene a las esposas de los Cinco de Cuba sin poder ver a sus parejas e hijos por más de una década al negarles la visa, o el que apoya el matrimonio gay y el derecho de todo ser humano de amar y comprometerse con quien escoja?
¿El que ampara al terrorista confeso de volar un avión en los setenta, Luis Posada Carriles, que vive una tranquila jubilación en Miami, o el que apeló en Arizona contra las leyes racistas anti-inmigrantes?
¿El que mantiene aún tropas de ocupación en Irak y Afganistán o el que lucha por controlar la proliferación de armas en territorio de Estados Unidos para que éstas no sigan masacrando niños? ¿El que presiona a Irán y Corea del Norte para que detengan su programa nuclear, o el que mantiene el arsenal de ojivas atómicas del país a buen resguardo, listas para el diluvio final de infamia?
¿Es el verdadero Obama el que no rechazó ni ha renunciado al enfermizamente paradójico Premio Nobel de la Paz, ¡oh, gran ironía de la historia!, o el que se paseaba por los barrios pobres de Los Ángeles y Chicago y Nueva York, soñando un mundo mejor para todos los niños que han sido abandonados o semi-abandonados por sus padres?
¿Dónde está Obama? ¿Dónde está la esperanza de lo que se podía inventar en un futuro más justo para Estados Unidos y el resto del planeta ese histórico 2008, en que un afro-estadounidense con una historia personal inspiradora para los sedientos de esperanza ejerció un acto imposible y llegó a la Presidencia de “la nación más poderosa del planeta”?
Entonces, presidente negro, hijo de keniano y juventud bella de Kansas, lee estas líneas, respóndenos con esa sonrisa ajada que se deteriora tras cada tintineo de las cámaras, con la fuerza falsa de las canas que ya pueblan tu cabeza de cansancio presidencial, dinos, ¿quién es Obama?
O mejor dicho, ¿qué ve Obama enfrentado cara a cara a su imagen?
¿Qué pasa frente a tus ojos, Obama, enfrentado a tus propios fantasmas…?