El pasado 3 de diciembre comenzaron dos eventos de primera magnitud para nuestro país. Uno recibe, con justa razón, la atención de nuestras máximas autoridades, actuales y pasadas. Es motivo de extensos reportajes en la prensa. Destacados analistas políticos intentan descifrar las consecuencias que tendrá para nuestro futuro.Me refiero al inicio de los alegatos de nuestro país y Perú en la Corte Internacional de La Haya.
El otro evento se realiza a varios miles de kilómetros hacia el este. No he visto información en la prensa.Tampoco me he encontrado con declaraciones de nuestras autoridades sobre el impacto de lo que en esa reunión podría ocurrir.
Probablemente sean pocas las personas en nuestro país informadas –y menos las interesadas- en la Conferencia Mundial sobre las Telecomunicaciones Internacionales (WCIT, por sus siglas en inglés) que comenzó el mismo 3 de diciembre en Dubai, convocada por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU, organismo dependiente de la ONU).
En La Haya nos jugamos que se refrende nuestro criterio histórico: que no existen litigios fronterizos y de soberanía pendientes con Perú, ya que a través de los acuerdos internacionales de 1952 y 1954 los límites marítimos entre ambos países quedaron fijados. Eso es en Chile política de Estado y recibe el unánime respaldo de todos los sectores.
Pero en Dubai nos jugamos algo que, a mi juicio, es también muy trascendente.Nuestra libertad de expresión y el libre acceso a información en Internet está en discusión. Internet puede cambiar con las decisiones que a contar del 3 de diciembre puedan tomarse –a puerta cerrada- en Dubai.
Un grupo de países, liderados por aquellos que hoy censuran el acceso a Internet, entre ellos China e Irán, están promoviendo se apruebe una norma que entrega a la ITU el control sobre la gobernanza de Internet. Ello significaría que serían los estados que integran la ITU, los que definirían las reglas del juego en Internet, pudiendo por las más diversas razones intervenir en todo los contenidos que se comparten a través de la Red.
Es cierto que su gobernanza actual no es perfecta y que Estados Unidos tiene un rol desproporcionado en ella. Sin embargo, su estructura abierta, su pragmática lógica de crecimiento y su gobernabilidad de abajo hacia arriba han hecho de Internet el formidable espacio de información, conocimiento y ejercicio de nuestros derechos que hoy es.
Los usos sociales de Internet han contribuido a cambiar el mundo en la última década y lo está haciendo para bien, permitiendo construir sociedades más abiertas, fomentando la innovación y colaborando en minimizar las asimetrías de información que están en la base de las desigualdades.
¿Cuál es la postura oficial de Chile en la Conferencia de Dubai? No se sabe.
A diferencia de los alegatos en La Haya, no sabemos cómo se pronunciará en Dubai nuestro representante, en este caso el subsecretario de Telecomunicaciones, Jorge Atton. Más allá de algunas vagas declaraciones, aún no hay un pronunciamiento oficial.
Confiamos que Chile rechace los cambios que se proponen y defienda la Internet que hoy conocemos, una que basa su potencial de cambio no en la tecnología en sí misma, sino en la manera distribuida y descentralizada en la que fluye por ella la información.