En los últimos días los países de la región han visto como uno de los gigantes del cono sur ha sido un volcán en erupción frente a su política exterior en materia energética. Para todo un continente se sintió el estruendo cuando la Presidenta de Argentina Cristina Kirchner lanza su arremetida ofensiva sobre YPF.
El revuelto escenario político que sacude a nuestros vecinos de la Argentina no es un tema alejado para Chile, sino que es un asunto que nuestro país debiese enfrentar con mucha cautela como política exterior.
Vuelven los desagradables recuerdos cuando en el año 2004 nuestro país sorpresivamente y debido al riesgo político que enfrentaba Argentina en materia de políticas económicas sufrió los embates del desabastecimiento de gas, echando por la borda aquellos acuerdos que alguna vez se firmaron con la parafernalia de países hermanos e inseparables.
Claramente esta noticia que nos llega desde el otro lado de la cordillera significa un escenario que nos da a entender que como país debemos tomar las precauciones necesarias y prepararnos para enfrentar los posibles riesgos que enfrente la política interna y externa de Argentina.
Es por ello que una de las preocupaciones que Chile debe enfrentar en un corto plazo es el sector eléctrico.
Argentina es un país impredecible en materia de política internacional y otra restricción de gas que enfrentemos significaría un riesgo de fallas eléctricas por cuestiones de eficiencia de funcionamiento en aquellas plantas que utilicen gas, debiendo volver al diesel que como combustible no es el más óptimo ni el más limpio.
Como se puede apreciar y ante la coyuntura internacional se presentan desafíos de muy corto plazo, donde lamentablemente lo ambiental no está en primer plano de la contingencia.
Es por ello que se hace urgente implementar una política pública energética sustentable que abarque tres pilares fundamentales: cuidado del medio ambiente, participación ciudadana e independencia energética, demostrando así ante nuestros vecinos y ante el mundo como país miembro de la OECD, que tenemos la categoría necesaria para ser parte de este selecto grupo de naciones que mueven el desarrollo económico global.