Los gobiernos progresistas suramericanos de la primera década crearon la Unión de Estados Suramericanos, UNASUR. Después de 0cho años de “Cumbres” y “Comisiones”, el Tratado Constitutivo fue firmado el 23 de mayo de 2008 en Brasilia, por las Presidentas y Presidentes de los doce Estados miembros.
Pero solo el 11 de marzo de 2011 -con la aprobación de Uruguay como noveno Estado- entró en vigencia el Tratado Constitutivo de este nuevo organismo internacional. UNASUR estableció su Secretaría General en Quito y es -al presente- dirigida por Maria Emma Mejía, ex -Canciller de Colombia.
En el transcurso del año pasado ratificaron el Tratado los tres países que aún estaban pendientes de hacerlo: Brasil, Paraguay y Colombia, con lo que actualmente los doce países suramericanos son miembros plenos de la materialización de UNASUR.
La Secretaría General celebra, entonces, el primer aniversario formal del nuevo organismo, marcado por el trabajo de una década en que los presidentes discreparon y acordaron sobre el desarrollo de las relaciones intergubernamentales en América del Sur.Con cumbres tan relevantes como el inicio en Brasilia, la Comunidad en el Cuzco y la Unión en la Isla Margarita.
En un comienzo y bajo el liderazgo de Brasil –nuestra pequeña China- se puso énfasis en la integración física, la energía y las comunicaciones. Las carreteras que unen el Atlántico y el Pacífico permitieron desarrollar el concepto de las rutas bioceánicas.
Las rutas bioceánicas son la integración horizontal de América del Sur que busca desarrollar las zonas interiores de los países involucrados. Los países más avanzados en esta iniciativa son Chile y Argentina. Tienen la ruta más importante del subcontinente a través del paso fronterizo Los Libertadores, que une a Buenos Aires con Valparaíso. Una ruta internacional cuyo propio éxito la tiene al borde de la saturación.
Brasil está haciendo lo propio con Perú a través de una ruta amazónica y alternativas multimodales que combinan la vía fluvial con la terrestre. Colombia y Venezuela –aún cuando sus gobiernos están en las antípodas- buscan desarrollar iniciativas semejantes en sus fronteras interiores.
Desde el comienzo de esta nueva década, UNASUR podrá hacer posible por primera vez en la historia de la Región, una Agenda Prioritaria de Proyectos de Integración y un Plan de Acción Estratégica (PAE) 2012-2022, que establece 31 proyectos prioritarios y que aglutina 88 obras de infraestructura para ser construidos este decenio.
También, por primera vez la Región decidió hablar como bloque, llevando una posición conjunta a foros internacionales como el G-20 y a otras instancias internacionales.
Mientras se van creando paulatinamente las condiciones para la integración, las instituciones intra regionales y los nuevos gobiernos parecen no estar a la altura de estos desafíos.
La promesa de UNASUR significa –al menos en el papel- una convergencia de los gobiernos hacia instituciones, prácticas y reglas comunes en América del Sur. Por el contrario, en los últimos años la aproximación entre MERCUSUR y el CAN está lejos de producirse. Además, actualmente han surgido importantes diferencias económicas entre Brasil y Argentina, los socios principales del MERCOSUR.
También desentonan iniciativas paralelas que incorporan países extra-UNASUR como la protagonizada por Chávez con el ALBA, que incorpora a Cuba y Nicaragua o García con la Alianza del Pacífico, que incorpora a México y Costa Rica.
El ALBA es marcadamente izquierdista e incluye a Chávez, Morales, Correa y Ortega. La Alianza por su parte tiene a Piñera, Santos, Calderón y Humala, quién ha protagonizado un súbito giro hacia la derecha, después de aclarar que nunca fue izquierdista sino más bien nacionalista.
Es como si la derecha y la izquierda hubiesen tomado como campo a América del Sur para confrontar sus proyectos políticos. Perú habría sido el primer triunfo del grupo de la derecha. Mientras Brasil y Argentina permanecen expectantes, aunque esta última se inclina a favor de Chávez.
Brasil no ha estado a la altura de su declarado liderazgo en la Región y fue de los últimos países en ratificar su pertenencia a UNASUR. Su actual gobierno ha mostrado más interés en el MERCOSUR, de modo tal que la Secretaría General de UNASUR ha devenido en un cargo técnico, que se han disputado entre Colombia y Venezuela por sobre los intereses generales de la zona.
Mientras se construye la infraestructura de la Región, a la convergencia institucional de los países de UNASUR le queda un largo camino. Sin gobiernos genuinamente involucrados, sin un desarrollo de las ideas en torno a América del Sur y sin una crítica pertinente de parlamentarios, ONGs y prensa especializada se hace muy difícil avanzar.