Hace pocos días el régimen islámico de Irán en un mensaje publicado en la página web de la televisión estatal advirtió al mundo de las graves consecuencias que tendría un eventual ataque contra sus instalaciones nucleares, asegurando que de ocurrir ello habrá consecuencias de dimensiones “apocalípticas”.
Ello ocurrió con ocasión de la renovada tensión en la zona producto del nuevo informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) que dio cuenta de la indiscutible dimensión militar del programa nuclear iraní.
A su vez, el Consejo de Gobernadores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica adoptó una resolución contra Irán por 32 votos a favor y sólo dos en contra (Cuba y Ecuador), expresando su “profunda y creciente inquietud” por dicho programa nuclear, aumentando así la presión contra Irán, al que exige que cumpla “plenamente y sin demora” todas sus obligaciones internacionales, de acuerdo con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
Resulta a todas luces preocupante ver, por una parte el descaro con el cual Irán desafía al mundo y las sanciones de las Naciones Unidas, y por otra, la inefectividad con que el mundo se ha hecho cargo de dicha peligrosa situación.
Las resoluciones adoptadas en foros multilaterales, así como las negociaciones a lo largo de muchos años destinadas a que Irán desista de su programa nuclear con fines militares, dan cuenta de una pasmosa ingenuidad y porqué no decirlo, una aberrante indiferencia de la comunidad internacional ante la grave amenaza iraní. Sólo Israel ha tomado seriamente el asunto.
Mal que mal, Irán y su Presidente Mahmud Ahmanideyahd ante el silencio cómplice del mundo no han escondido su propósito de destruir al estado de Israel, abogando públicamente por un nuevo holocausto.
De allí que la reciente explosión de un cuartel militar cerca de Teherán en que se almacenaban los misiles de largo alcance del arsenal iraní (Shehab 3) que ocasionó la muerte de los principales responsables de la fabricación y uso de esos misiles, haya dado pie a múltiples especulaciones sobre un posible sabotaje de parte del servicio de inteligencia israelí.
La verdad, nadie sabe a ciencia cierta que ocurrió pues no hay testigos sobrevivientes, ni restos que periciar. Solo subsiste un gran cráter en el resguardado depósito militar.
Sin embargo, los principales líderes israelíes, incluido el Presidente y Premio Nobel de la Paz Shimon Peres han sido muy claros. La ventana de oportunidad que tiene el mundo para actuar es cada vez más estrecha y por ello no se puede descartar una acción militar en contra de las instalaciones nucleares iraníes. A diferencia del resto del mundo, para Israel se trata de una amenaza existencial.
Ya lo dijo el entonces Primer Ministro de Israel Menahem Begin cuando en la década de los ‘80 dispuso la destrucción del reactor nuclear de Irak que Saddam Hussein construía con similares propósitos a los que ahora tiene Ahmanideyahd. “Nunca más, Nunca más”, advirtiendo que la sobrevivencia del pueblo judío nunca más quedaría en manos de terceros, y que nunca más un holocausto como el que cobró la vida a 6 millones de judíos a manos de los nazis en la 2ª Guerra Mundial tendría lugar.