El domingo pasado Cristina fue reelecta con casi un 54% de los votos. La imagen de la Presidenta en La Rosada festejando con los jóvenes es algo que se convirtió en más que una noticia y recorrió los noticiarios de casi todos los canales de TV.
Pero el triunfo, pese a ser contundente, no fue sorpresivo.
Ya para las primarias del 14 de agosto Cristina había confirmado su liderazgo y acallado las críticas de la oposición y las dudas que venían desde el propio kirchnerismo.
Ver el cambio de opinión de columnistas y panelistas de TV resultó impactante.
Mariano Grondona, en Canal 26, una semana antes había dicho que el gobierno atravesaba por una crisis. A la semana siguiente, el mismo Grondona se corregía y decía que la oposición era la que atravesaba por esa crisis, “porque quién podría ser la figura de la oposición, ¿Daniel Scioli?”.
Daniel Scioli era el candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires por el Frente por la Victoria (FPV), que lideraba la Presidenta, y el disparate de Grondona sólo demostraba el desconcierto.
El golpe se acusaba porque las semanas anteriores, con las elecciones a gobernadores de varias provincias, en donde el FPV no obtuvo la votación esperada, la oposición había albergado algunas esperanzas en derrotar a la actual Mandataria.
Después de ese 14 de agosto el punto fue cómo hacerlo, o mejor dicho quién lo haría.
¿Eduardo Duhalde, Ricardo Alfonsín, Hermes Binner, Jorge Altamira, Elisa Carrió, Alberto Rodríguez Saa?
¿Quién de ellos aglutinaría el descontento del que tanto hablaban Clarín, TN, La Nación?
Sin embargo, ninguno de los candidatos depuso sus intereses en favor de otra opción presidencial, porque como en octubre también había elecciones de diputados y senadores, las distintas candidaturas consideraron que hacerlo era afectar a la lista parlamentaria.
Hay cosas que no es necesaria decirlas. Por ejemplo, cuando empezó la franja electoral, Elisa Carrió desapareció de las pantallas, lo que se interpretó como una “desaparición de la carrera presidencial”.
Esta “bajada” fue la causa de su último lugar en la carrera presidencial. Aunque antes la Carrió ya había dado muestras de su desconcierto al despacharse frases como éstas: “Yo aseguro que le gano a Cristina, no tengo dudas” (marzo/2011) versus “Si la oposición va unida, Cristina gana en primera vuelta” (mayo/2011).
Al triunfo de las primarias por casi el 50% de los votos, se sumaron las vacaciones de Mauricio Macri y su paternidad este 10 de octubre.
Macri había tomado la determinación de repostularse como jefe de gobierno de la ciudad, derrotando con comodidad al candidato del FPV, pero además había optado por consolidar su partido, el PRO, a nivel nacional, por lo que podía darse el lujo de observar desde una butaca la carrera presidencial, sin descuidar en ningún momento la lista parlamentaria del PRO, que llamó al “corte de boleta” o, en bien chileno, al “voto cruzado” (cualquier otro candidato presidencial pero parlamentarios de su partido).
Todo esto sucedió antes del 23 de octubre.
Justo a las seis de la tarde de ese día, sin ninguna urna escrutada, los noticiarios de los canales de TV ponían el siguiente mensaje en su generador de caracteres: “Cristina gana”. Aunque Canal 23, del Grupo del 23 (consorcio periodístico partidario del gobierno), fue más allá: “la tienen adentro”.
A esa hora la gente reunida en la Plaza de Mayo no le importaba la música estridente del entorno.
El teléfono de mi casa sonó. Era un conocido que me llamaba para que nos encontráramos allá. Decliné la invitación.
Hoy, me arrepiento de eso, porque la imagen de Cristina bailando en La Rosada, como si fuera una lola, se me clavó en la mente. Y me hizo pensar en Woodstock y en esos superstars que alguna vez seguí.